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La investigadora Dinora Sánchez, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), advirtió que el cambio climático representa una amenaza directa para los anfibios, uno de los grupos más frágiles y esenciales para los ecosistemas.
Según datos compartidos en el seriado “5 Minutos de Ciencia”, se estima que el 40 % de las especies —unas 8.000 en todo el mundo— están en riesgo.
El equipo del Laboratorio de Diversidad Biológica trabaja en el diseño de indicadores para evaluar su sensibilidad, capacidad adaptativa y exposición a variables como la temperatura y la precipitación.
¿Por qué los anfibios son tan vulnerables?
Sánchez explicó que los anfibios poseen características fisiológicas que los hacen especialmente sensibles a los cambios climáticos:
- Piel permeable y respiración cutánea
- Naturaleza ectotérmica (dependen de la temperatura ambiental)
- Necesidad de alta humedad para sobrevivir
Estas condiciones los hacen propensos a sufrir deshidratación, estrés térmico y enfermedades como la quitriomicosis cutánea, cuya propagación está vinculada al aumento de temperatura.
Impacto ecológico y agrícola
La pérdida de anfibios no solo afecta la biodiversidad, sino también el equilibrio de los ecosistemas:
- Son alimento para otras especies
- Regulan poblaciones de insectos
- Actúan como controladores biológicos en la agricultura
Su desaparición podría generar desequilibrios que afecten la producción agrícola y la salud ambiental.
En Venezuela, el IVIC desarrolla un proyecto para evaluar la vulnerabilidad de los anfibios en la cordillera de la costa central. Además, se promueve el reconocimiento de prácticas comunitarias que favorecen la conservación in situ.
“Hay muchas comunidades en nuestro país que manejan la biodiversidad de una mejor manera y es súper importante apoyarlas”, destacó Sánchez.
La fragilidad de los anfibios es un espejo de nuestra propia vulnerabilidad frente al cambio climático. Como narrador de ciencia y cultura, me resulta urgente visibilizar estos hallazgos con claridad y sensibilidad. No se trata solo de salvar ranas o salamandras: se trata de entender que cada especie que desaparece nos deja sin una pieza del rompecabezas ecológico. Y en ese vacío, también se pierde parte de nuestra historia natural.
