
Con más de 400 víctimas mortales y pérdidas por valor de 60.000 millones de dólares (unos 51.000 millones de euros al cambio actual) la racha de incendios devastadores registrados en enero en el área metropolitana de Los Ángeles —con los fuegos empalizadas y Eaton a la cabeza— suponen el desastre vinculado al cambio climático más costoso de este 2025 en el mundo, según un informe elaborado por Christian Aid. Esta organización recopila cada diciembre las 10 catástrofes vinculadas al calentamiento global más caras del año partiendo principalmente de los datos de los bienes asegurados. Y solo esos incendios de California acumulan casi la mitad de las pérdidas de esa selección, que en su conjunto ascienden a 122.000 millones de dólares en la decena de eventos analizados.
El segundo lugar lo ocupan los ciclones e inundaciones que golpearon el sur y sureste asiático en noviembre. Dejaron 25.000 millones de dólares en daños y mataron a más de 1.750 personas en Tailandia, Indonesia, Sri Lanka, Vietnam y Malasia. El tercer puesto son las también destructivas inundaciones del verano en China, que desplazaron a miles de personas, causaron daños por valor de 11.700 millones de dólares y acabaron con la vida de al menos 30 personas. Pero, más allá de la lista de esos 10 eventos más costosos, los autores resaltan que “ningún continente” se ha salvado de “desastres climáticos devastadores en 2025″.

Como explica Joanna Haigh, profesora emérita de Física Atmosférica en el Imperial College de Londres, realmente no es correcto hablar de “desastres naturales”, porque todas estas catástrofes “son el resultado inevitable de la continua expansión de los combustibles fósiles y el retraso político” a la hora de hacerles frente.
A eso mismo apunta directamente el informe de Christian Aid cuando resalta que “las empresas de combustibles fósiles, grandes y pequeñas, son cómplices de las muertes y sufrimientos causados por los desastres que ellas misma alimentan”. Esos combustibles son los principales responsables del cambio climático que hace más duros y en ocasiones también más frecuentes los eventos extremos. “La quema de carbón, petróleo y gas reduce el PIB mundial, y aunque las estimaciones varían según la metodología, una cosa es segura: el daño causado por la industria de los combustibles fósiles es severo, creciente y podría alcanzar billones anuales si no se controla”. Y añade: “sin embargo, esta misma industria mortífera y destructiva sigue recibiendo miles de millones en inversiones y ayudas públicas para acelerar su expansión en vez de limitarla”.
“La buena noticia es que la transición hacia la energía limpia está ganando ritmo”, añade en la introducción del informe Patrick Watt, consejero delegado de Christian Aid. “Esta transición hacia una economía impulsada por renovables es inevitable, pero el desafío crítico es si avanzará lo suficientemente rápido y con justicia para proteger a las personas más pobres”, añade.
La clasificación que elabora anualmente esta organización se basa principalmente en las estimaciones de pérdidas publicadas regularmente por la compañía británica de seguros Aon, que los autores completan con otras fuentes. Al basarse en los bienes asegurados, se excluyen “otras formas de pérdidas difíciles de cuantificar, como daños a medios de subsistencia, pérdida de ingresos, daños a largo plazo al medio ambiente y desplazamiento permanente de residentes”. Por ello, los autores admiten que “el verdadero coste de los desastres es casi con toda seguridad mucho mayor que las pérdidas aseguradas”.
Pero, además, este sistema de clasificación hace que estén sobrerrepresentados los países ricos, porque el valor de las propiedades es mayor ahí, al igual que el nivel de cobertura por seguros. Pese a todo, lo autores recuerdan que “algunos de los fenómenos meteorológicos extremos más devastadores de 2025 afectaron a los países más pobres, que han contribuido poco a la crisis climática y tienen menos recursos para responder”.
Huella del cambio climático
En cualquier caso, esta clasificación anual es útil al poner en el foco las pérdidas económicas concretas que el cambio climático está causando. Porque cada desastre que se reseña está acompañado de las referencias a los estudios científicos que lo vinculan con el calentamiento global. Por ejemplo, en el caso de los incendios de hace un año en Los Ángeles “los hallazgos muestran que el cambio climático empeoró sustancialmente las condiciones” que los convirtieron en “tan destructivos”.
En la edición de este año, además del referido 10 mejoresse ha incluido otra decena de desastres relevantes en el mundo cuyas pérdidas económicas no están tan bien identificadas. Y de nuevo los incendios ocupan un papel central. En concreto, se citan dos episodios de este verano: el que afectó al Reino Unido, especialmente a Escocia, y el de la península Ibérica de agosto.
Entre los fuegos que golpearon al Reino Unido, el informe destaca los de Carrbridge y Dava Moor de finales de junio, que “devastaron extensas zonas de páramo y bosque en las Highlands”. En su conjunto, las estimaciones apuntan a unos impactos económicos en el conjunto del Reino Unido de “más de 350 millones de libras [unos 400 millones de euros]teniendo en cuenta los costes de extinción de incendios, daños en la tierra, contaminación por humo e impactos en los sectores turístico y agrícola”. Respecto a las causas, los autores recuerdan que “el cambio climático ya está haciendo que los incendios forestales” en este país “sean más frecuentes y más graves, provocando condiciones más cálidas y secas”.
Lo mismo ocurre en el caso de la península Ibérica, que este verano sufrió una oleada de incendios que elevó las hectáreas afectadas por las llamas hasta unos niveles nunca vistos en España desde los años noventa del siglo pasado. Además, en el norte de Portugal también se sufrieron intensamente las consecuencias de este episodio. “Las evaluaciones económicas preliminares sugieren que las pérdidas económicas directas por los incendios se estiman en 810 millones de dólares”, se explica en el informe. Se recuerda el estudio de atribución publicado en septiembre que estableció que “el cambio climático hizo que este evento fuera aproximadamente 40 veces más probable y aumentó la intensidad de las condiciones para que se produzca un incendio en aproximadamente un 30%”.

Precisamente, el informe del tercer trimestre de este 2025 de AON sobre las catástrofes y el sector de los seguros, que sirve en parte de base para la clasificación de Christian Aid, tenía un capítulo específico sobre los incendios. “El creciente riesgo de incendios forestales se ha convertido en una preocupación importante para la industria aseguradora global, especialmente en las regiones del oeste de Estados Unidos, Canadá y partes del sur de Europa”, avisaba AON. “Impulsados por el cambio climático, sequías prolongadas, aumento de las temperaturas y una aceleración del desarrollo en zonas propensas a incendios forestales, los incendios destructivos están aumentando tanto en frecuencia como en gravedad”, advertía este grupo asegurador.
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