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Tropas del ejército mexicano mataron a 19 presuntos pistoleros de un cártel de la droga en un tiroteo y no sufrieron bajas, dijo el Departamento de Defensa.
El partido gobernante Morena ha criticado a administraciones anteriores por las cifras desiguales de muertes en las que murieron muchos sospechosos pero ningún soldado, sugiriendo que constituyeron ejecuciones o abusos de derechos.
El enfrentamiento ocurrió el lunes en el norteño estado de Sinaloa, en las afueras de la capital del estado, Culiacán. La zona se ha visto sacudida por luchas internas entre dos facciones del cártel de Sinaloa desde principios de septiembre.
El departamento dijo que antes del enfrentamiento, las tropas detuvieron a un alto teniente de la facción “Mayitos”, leal al narcotraficante encarcelado Ismael “El Mayo” Zambada. El ejército no dio el nombre del sospechoso, a quien identificaron sólo con el sobrenombre de “El Max”.
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El ejército dijo entonces que las tropas fueron atacadas por más de 30 asaltantes, al menos 11 de los cuales lograron escapar y 19 de ellos murieron cuando los soldados respondieron al fuego.
El Departamento de Defensa afirmó que los soldados actuaron en defensa propia y en “estricto cumplimiento del estado de derecho y con pleno respeto a los derechos humanos”.
Dijo que en el lugar se incautaron 17 rifles, incluido un rifle de francotirador calibre .50, así como cuatro ametralladoras.
La actual ronda de combates estalló después Zambada afirmó que otro capo de la droga lo obligó a subir a un avión el 25 de julio, quien los llevó a ambos a Estados Unidos y los entregó a las autoridades estadounidenses.
El hombre que Zambada afirmó que lo había secuestrado, Joaquín Guzmán López, uno de los hijos del narcotraficante encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán, es líder de una facción rival del cartel conocida como los “Chapitos”.
El tiroteo del lunes fue el enfrentamiento más desigual desde el asesinato de 22 sospechosos a manos de soldados en un almacén de granos en el municipio de Tlatlaya, en el Estado de México, en 2014.
Si bien algunos de los 22 murieron en un tiroteo inicial con una patrulla del ejército, en el que un soldado resultó herido, una investigación de derechos humanos determinó que al menos ocho y tal vez hasta una docena de sospechosos fueron ejecutados después de que se rindieron.
Siete soldados fueron arrestados, liberados y arrestados nuevamente años después acusados de abuso de autoridad.
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