
Lo que debía ser un paso hacia la verdad se ha convertido en una nueva fuente de indignación para las víctimas del depredador sexual Jeffrey Epstein. Tras la reciente publicación de una extensa tanda de documentos por parte del Departamento de Justicia de EE.UU., las sobrevivientes han expresado una profunda decepción y frustración, denunciando que el proceso está plagado de censura y omisiones que impiden identificar a los cómplices del fallecido financiero.
A pesar de la difusión de cientos de miles de páginas, las víctimas señalan que la información vital permanece oculta tras densas tachaduras. Jess Michaels, una de las primeras mujeres en denunciar a Epstein por una agresión sufrida en 1991, fue tajante al calificar la situación: «Están demostrando todo lo que hemos dicho sobre la corrupción y la justicia retardada. ¿Qué están protegiendo? El encubrimiento continúa».
En la misma línea, Marijke Chartouni cuestionó la utilidad de la entrega de documentos si la opacidad estatal prevalece: «Si todo está censurado, ¿dónde está la transparencia?». Por su parte, Marina Lacerda, testigo clave en la investigación de 2019, lamentó que muchas de las fotos divulgadas resulten irrelevantes, dejando en la sombra a otros hombres poderosos que formaron parte de la red y que siguen siendo protegidos por el sistema.
El «gran vacío»: La ausencia de registros sobre Donald Trump
Uno de los puntos que mayor suspicacia y curiosidad ha despertado entre las víctimas es la inexistencia de documentos que vinculen directamente a Epstein con Donald Trump en esta entrega oficial. Las víctimas han manifestado su extrañeza ante este vacío informativo, considerando la estrecha y pública amistad que ambos mantuvieron durante décadas, compartiendo círculos sociales, eventos de alto nivel y, según reportes históricos, gustos y estilos de vida afines.
Para las víctimas, resulta inverosímil que en un archivo de tal magnitud no figuren comunicaciones o registros que arrojen luz sobre la relación entre el presidente y el financiero, especialmente cuando otros nombres del entorno de Epstein han sido expuestos. Esta ausencia es vista como una señal de que los documentos publicados han sido «curados» para evitar implicaciones políticas de alto impacto.
Un alivio agridulce y la lucha por la justicia
A pesar de la frustración general, la publicación permitió oficializar una denuncia de 1996 presentada por Maria Farmer contra Epstein por «pornografía infantil». Para su hermana, Annie Farmer, el hecho de que esta prueba finalmente vea la luz representa un alivio tras años de lucha por demostrar su verdad, aunque coincide en que la falta de transparencia general empaña este avance.
Ante lo que consideran una entrega de información insuficiente y manipulada, las víctimas y sus representantes legales mantienen su presión sobre el Congreso para que se cumpla de forma efectiva la ley bipartidista que obliga al Departamento de Justicia a revelar la totalidad de la información recopilada sobre Epstein y su cómplice, Ghislaine Maxwell. Para las sobrevivientes, la batalla no terminará hasta que el último nombre de la red de complicidad sea revelado y la impunidad de la élite llegue a su fin.
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