
Cada cuatro años, la FIFA enfrenta una tarea matemática antes de iniciar el mundial de Futbol. Debe organizar el torneo más atractivo posible, a través de un método equitativo y transparente. Para lograrlo, la tómbola o insaculación ha sido su método favorito por décadas.
Matemáticos y economistas han analizado con detenimiento las ceremonias de selección de grupos del mundial de futbol. Más que por pasión al deporte, lo hacen porque representa un problema interesante de asignación de recursos. Hay una cantidad limitada de ellos (lugares) y se deben encontrar las reglas ideales que permitan la distribución balanceada.
La FIFA establece condiciones para evitar que los grupos sean desiguales. Entre las reglas más conocidas, están las restricciones geográficas, que garantizan la representación de todos los continentes; la regla de rankeo de equipos, que impide la formación de “grupos de la muerte” con demasiadas selecciones fuertes en primeras rondas; así como la regla de de preferencia por el anfitrión, que asegura su presencia en un grupo específico como gesto de cortesía.
Hasta ahora, el modelo de selección ha funcionado, pero varios estudios científicos señalan defectos que rompen el principio de equidad. Para el Mundial de 2026, algunos problemas se corrigieron, pero otros permanecen.
Cómo optimizar la selección del Mundial
László Csató, del Instituto de Ciencia Computacional y Control de Hungría, ha realizado un estudio (en espera de revisión por pares) que analiza las deficiencias de los sorteos de 2018 y 2022. Según él, el proceso está suboptimizado: de entre decenas de escenarios posibles en solo cinco se logra la combinación ideal de equidad y atractivo. Las reglas actuales, advierte, no están optimizadas para que ocurran esos escenarios combinatorios.
Csató identifica dos sesgos principales: la asignación del anfitrión automáticamente en el grupo A y la restricción que limita a un máximo de dos equipos de la UEFA por grupo. Ambos contradicen el concepto de “sorteo justo”, donde todos los equipos deberían tener las mismas probabilidades de caer en cualquier grupo. La condición del anfitrión reduce la variabilidad y distorsiona las probabilidades de emparejamiento del resto de equipos. La regla de la UEFA añade complejidad y disminuye los escenarios en los que se alcanza un equilibrio óptimo.
El estudio concluye que, tomando en cuenta la experiencia del mundial de 2022 y 2018, activar todas las restricciones de la FIFA evita enfrentamientos entre equipos de la misma confederación, pero genera un desbalance en competitividad y equidad. Según el autor, eliminar la regla del anfitrión y flexibilizar la restricción de la UEFA reduciría el sesgo.
“La suboptimalidad del procedimiento de sorteo en los dos recientes Mundiales de la FIFA ha quedado revelada. En consecuencia, se recomienda a los organizadores de torneos revisar la pre‑asignación del(los) anfitrión(es), así como realizar análisis similares antes del sorteo de grupos de las principales competiciones”, concluye el autor.
¿Qué cambio con el mundial de 2026?
Para el mundial de futbol de 2026 la FIFA cambió el formato de la selección de grupos. A fin de que cada integrante del torneo juegue al menos tres partidos y que exista un tiempo equilibrado de descanso entre ellos, ahora habrá 48 equipos en lugar de 32, distribuidos en 12 grupos, mientras que habrá 3 anfitriones, Estados Unidos, México y Canadá, cada uno asignado a un grupo distinto.
La organización conservó el criterio de las restricciones de confederaciones, que es el principal enemigo de la equitatividad del torneo. Ello implica que algunas combinaciones de grupos son “más probables” que otras.
Mientras tanto, cada anfitrión todavía tiene su lugar asignado en un grupo específico, aumentando el sesgo señalado por Csató. Además, los cuatro mejores equipos del mundial de 2022 han quedado “separados” entre sí para que no puedan enfrentarse en los primeros partidos.
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