Textos antiguos chinos revelan cómo se registró un eclipse solar por primera vez en la historia

Textos antiguos chinos revelan cómo se registró un eclipse solar por primera vez en la historia

A lo largo de la historia, la humanidad ha interpretado los eclipses solares de distintas maneras (y a la vez, no tan distintas). Para los mayas, por ejemplo, un eclipse solar significaba que el orden del cosmos estaba amenazado, y si no realizaban los rituales adecuados, corrían el riesgo de verse envueltos en tiempos de guerra, enfermedades y muerte. En el Egipto antiguo, los eclipses solares eran vistos como eventos raros, peligrosos y profundamente simbólicos, relacionados con el eterno conflicto entre el orden y el caos.

Pero los primeros en dejar un registro del fenómeno fueron posiblemente los chinos, en el siglo VIII a.C. Al hacer un análisis histórico-geográfico de esos documentos, un grupo de científicos no solo ha podido determinar una ubicación más precisa del lugar donde se hizo la observación, incluso logró determinar cómo era la actividad solar en aquellos tiempos tan remotos, y hasta la velocidad de rotación de la Tierra. En efecto, nuestro planeta gira más lento hoy que hace 2,700 años.


Ilustración de un eclipse solar.
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La ciudad perdida

El 17 de julio del año 709 a.C. se manifestó un eclipse total de sol, así como fue reportado por la Corte del Ducado de Lu, en la costa oriente de la China moderna (Lu sería mejor conocido por ser el estado natal del sabio Confucio). La mención del eclipse aparecería dos o tres siglos después de la manifestación del fenómeno en una compilación de crónicas titulada Chunqiu (Anales de primavera y otoño).

En la descripción del fenómeno, el texto simplemente indica cómo el Sol “quedó totalmente eclipsado”. Hisashi Hayakawa, profesor del Instituto de Investigación Avanzada de la Universidad de Nagoya, en Japón, explicó la importancia de estos documentos en un comunicado emitido por su universidad: “Lo que hace especial a este registro no es solo su antigüedad, sino también un apéndice posterior en el Hanshu (Libro de Han), basado en una cita escrita siete siglos después del eclipse. Describe el Sol eclipsado como ‘completamente amarillo por encima y por debajo’. Este apéndice se ha asociado tradicionalmente con el registro de una corona solar. De ser así, representa una de las descripciones escritas más antiguas que se conservan de la corona solar”.

Hayakawa lideró el equipo internacional de investigadores que hizo un análisis de los documentos históricos, pero cuando intentaron verificar el registro del eclipse solar mediante cálculos astronómicos modernos y reconstrucciones de la velocidad de rotación terrestre, descubrieron que la fase total del eclipse no habría sido visible desde Qufu, antigua capital del Estado Lu. Estudios anteriores habían pasado por alto la ubicación exacta de la ciudad. Para corregir las discrepancias históricas, se empezó por consultar informes de excavaciones arqueológicas de la antigua ciudad. Descubrieron que aquellos estudios previos utilizaban coordenadas que distaban unos ocho kilómetros al norte de la ubicación real.

«Esta corrección nos permitió medir con precisión la rotación de la Tierra durante el eclipse total, calcular la orientación del eje de rotación del Sol y simular la apariencia de la corona», explicó Hayakawa, cuyo estudio fue publicado esta semana en Las cartas del diario astrofísico.

El resplandor amarillo

En años recientes, mediciones de radiocarbono en anillos de árboles han permitido reconstruir la actividad solar año por año hasta milenios atrás. Según esas reconstrucciones, el eclipse habría ocurrido justo después del máximo de un ciclo solar bien definido, posterior al llamado “Gran Mínimo Neoasirio”, un periodo de muy baja actividad entre los años 807 y 716 a.C.

A pesar de que se trata de una cita escrita unos siete siglos después del evento, el hecho de que las posibles estructuras coronales descritas en el Hanshu sean coherentes con lo que esperaríamos durante una fase de actividad elevada añade una pieza más al rompecabezas: el registro chino podría constituir un testimonio independiente de las condiciones del Sol hace 2,700 años.

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