
Stephen King ha escrito más de 60 novelas y 200 historias cortas, con innumerables adaptaciones que lo convierten en el rey indiscutible del horror.
Pero incluso las leyendas se arrepienten, y para King, pocas obras lo persiguen más que Dreamcatcher, la épica de ciencia ficción de 2001 que escribió en el contexto de trauma y analgésicos.
En una entrevista honesta en 2014 con Rolling Stone, King admitió: «No me gusta mucho DreamCatcher. DreamCatcher fue escrito después del accidente. Estaba usando mucho OxyContin para el dolor».
En junio de 1999, King fue golpeado por una minivan mientras caminaba por un camino rural cerca de su casa en Maine. La colisión destrozó su pierna, fracturó su cadera, rompió costillas y colapsó uno de sus pulmones. La recuperación fue larga, agotadora y comprometió completamente su proceso de escritura.
«No podía trabajar en una computadora en ese entonces porque me dolía demasiado sentarse en esa posición», recordó. «Así que escribí todo el asunto de la mano. Y estaba bastante drogado cuando lo escribí, debido al oxi».
El resultado fue DreamCatcher: una novela ambiciosa sobre parásitos alienígenas, trauma infantil, telepatía y conspiración militar.
Sigue a cuatro amigos de la infancia en Maine que descubren habilidades psíquicas después de hacerse amigo de un niño con síndrome de Down. Desarrollan telepatía, sueños compartidos y la capacidad de ver «la línea», un rastro psíquico del movimiento humano.
Se vendió bien, debutando en el número 1 en listas de bestseller y luego recibió una adaptación cinematográfica de 2003 protagonizada por Morgan Freeman y Thomas Jane.
Pero para King, las cifras de ventas eran irrelevantes. La escritura, insiste, sufrió bajo una nube de analgésicos: «Ese es otro libro que muestra las drogas en el trabajo», dijo.
Si bien su carrera temprana fue famosa por el alcohol y la cocaína (un período que luego abordó y superó), DreamCatcher fue diferente. Esta vez, las drogas no fueron recreativas, sino recetadas.
A pesar del éxito comercial de DreamCatcher, es uno de los pocos libros que ha repudiado públicamente. En los años posteriores, se ha distanciado de él tanto en entrevistas como en tono. Si bien sigue siendo característicamente amable con sus lectores, muchos de los cuales todavía disfrutaban de la novela, deja en claro su opinión.
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