
Cuando se trata del cine británico, hay pocas películas tan icónicas como una cuestión de vida y muerte (1946). Dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburger, esta notable película combina fantasía, romance y temas filosóficos profundos, lo que lo convierte en una de las mejores obras del cine británico.
Lanzado originalmente en los Estados Unidos bajo la escalera del título al cielo, una cuestión de vida y muerte se establece durante la Segunda Guerra Mundial y sigue al líder del escuadrón Peter Carter (David Niven), un piloto de la Fuerza Aérea Real que está volando un bombardero de Lancaster dañado sobre el Canal de la Mancha después de una misión sobre Alemania.
Esperando morir, Peter ordena a su tripulación que se rescate, a pesar de que su propio paracaídas ha sido destruido. Cuando cae, Peter conversa con June (Kim Hunter), un operador de radio estadounidense estacionado en Inglaterra y, cuando salta del avión, espera que la muerte siga de inmediato.
Sin embargo, el destino tiene otros planes. Peter debería haber muerto, pero el guía enviado para escoltarlo a la otra vida – Director 71 (Marius Goring) – lo extraña en la gruesa niebla sobre el Canal de la Mancha. Peter se despierta en una playa cerca de la base de junio, pensando que ha entrado en el más allá, pero pronto descubre que está muy vivo. Esta realización provoca un romance inusual entre Peter y June, quien, a pesar de las extrañas circunstancias, se encuentran enamorados.
Pero el viaje de Peter está lejos de terminar. El director 71, encargado de llevar a Peter a la otra vida, es detenido por la ambigüedad de su supervivencia. Después de consultar a sus superiores, a Peter se le otorga un aplazamiento de tres días, durante el cual puede preparar su caso en un tribunal celestial. A lo largo de este período, se investiga la salud de Peter, revelando que sus visiones de la otra vida son probablemente el resultado de una lesión cerebral, un diagnóstico que le da a la defensa de Peter un giro sorprendente.
Filmado en D&P Studios y Denham Studios en Buckinghamshire, una cuestión de vida y muerte empleó técnicas innovadoras que lo distinguen de otras películas de su tiempo. La representación de la vida futura, realizada en un tono distintivo en blanco y negro, en contraste con el vívido tecnicolor del mundo real, fue una elección visual sorprendente que sirvió para enfatizar el contraste entre la vida y la muerte.
Esto se logró a través de un proceso conocido como «Technicolor Dye-Monocrome», donde se utilizó Technicolor, pero el color se omitió durante la impresión, creando un efecto suave y perlado que distinguió las escenas de vida después de la vida.
Uno de los elementos visuales más famosos de la película es la enorme escalera mecánica que une la Tierra con la vida más allá. La construcción de esta escalera mecánica, llamada «Operación Ethel», fue una maravilla de la ingeniería en sí misma. Con 106 pasos, cada uno de 20 pies de ancho, se convirtió en un símbolo del viaje de la vida a la muerte.