
Diez días después del ascenso del partido populista de derechas y antiinmigración Reform, de Nigel Farage, en los recientes comicios locales parciales en Inglaterra, el primer ministro británico, Keir Starmer, ha dado a conocer un plan destinado a endurecer la política de inmigración.
Starmer prometió retomar «el control» de las fronteras, luego de que las cifras de migración se disparasen. Entre 2019 y 2023, la migración neta, la cantidad de extranjeros que entran frente a los que salen, se cuadruplicó, lo que equivale casi a la población de Birmingham, la segunda ciudad del país, comentó Starmer. «Eso no es control» de la inmigración, sino «el caos», dijo.
Ciudadanía y visados
En su residencia oficial de Downing Street, el primer ministro británico presentó un libro blanco sobre inmigración, e insistió en cerrar un «capítulo sórdido para nuestra política, nuestra economía y nuestro país».
El plan incluye aumentar de cinco a diez años el periodo exigido de residencia de extranjeros en el Reino Unido antes de solicitar la ciudadanía británica, así como endurecer los visados para los trabajadores cualificados y no cualificados.
También se incrementarán los requisitos de inglés para los migrantes, exigencia que se extenderá a los adultos dependientes, lo que significa que deberán demostrar un dominio básico del inglés.
Según la propuesta, sólo las personas graduadas con un título universitario podrán aspirar a conseguir un visado de trabajador cualificado, mientras que se eliminarán los visados especiales para empleados en el sector de la dependencia y los cuidados. Para Starmer, el actual sistema de inmigración «está casi diseñado para cometer abusos», pues incentiva a algunas empresas a contratar trabajadores con bajos salarios, en lugar de invertir en «nuestros jóvenes».
MS (AFP/EFE)