
En diciembre de 2022, algo se rompió mucho antes de que sonara la primera canción. mal conejito salió al escenario del entonces Estadio Azteca para cantar Mula de Moscú mientras miles de personas seguían afuera, con boletos en mano, sin poder entrar. El concierto estaba agotado pero, con la primera canción en marcha, la pista aún se veía semivacía. Lo que falló no fue la promoción: fue el acceso al concierto. El boleto, ese objeto aparentemente trivial, se convirtió en el punto más frágil de una operación masiva.
Tres años después, mal conejito regresó a la Ciudad de México para una serie mucho más ambiciosa de conciertos, esta vez en el Estadio GNP Seguros. Ocho fechas, cientos de miles de boletos vendidos, millones de personas intentando comprar y buscando su lugar desde el minuto uno tras la apertura de la fila digital. Tanto en la plataforma de comprascomo en la entrada al concierto, esta vez el sistema resistió. No hubo escenas de caos. Y eso no fue casualidad.
Rediseñar desde la base
“Definitivamente tomamos una decisión: no era la experiencia que queríamos que tuviera nadie que comprara un boleto en la plataforma”, dice Ana Maria Arroyodirectora general de TicketmasterMéxico. El incidente de 2022 no se trató como una anomalía aislada, sino como una señal clara de que el modelo de boletaje que había funcionado durante años ya no era suficiente para la escala actual del entretenimiento en vivo.
No era solo una cuestión de operación, sino de cómo estaba diseñado el sistema. “Vivíamos con un sistema de boletaje que no tenía las herramientas que tenemos hoy de prevención de fraudede autenticación”, explica Arroyo. En ese momento, el ecosistema dependía en gran medida de boletos físicos o archivos PDF —el llamado imprimir en casa— y de sistemas de validación locales en los recintos, vulnerables a la copia, la clonación y la saturación bajo picos extremos de demanda.
Lo que siguió no fue un parche rápido, sino un rediseño profundo. “Empezamos un proceso de transformación tecnológica que ya tiene tres años”, afirma Arroyo. Ese proceso implicó cambiar no solo el formato del boleto, sino toda la lógica que conecta la venta, la identidad del comprador, el control del fraude y el acceso físico al recinto.
Hoy, el boleto ya no es un papel ni un archivo estático. “El formato de los boletos ya no es físico ni impreso: es factura digitalvive en un mobile web o en una aplicación”. Ese cambio es la base de SeguroTixel sistema de boletaje dinámico que Ticketmaster implementó como estándar.
SafeTix no es un PDF ni una imagen que pueda reenviarse. Es un boleto con un código dinámico que cambia constantemente. “Es un boleto que tiene un código de barras que cambia cada 15 segundos, eso hace que no se permitan screenshots ni videos —explica Arroyo— es el estándar más alto global de seguridad del boleto que puede tener un boleto”.
Bad Bunny durante uno de sus conciertos en el Estadio GNP Seguros, en Ciudad de México, el 11 de diciembre de 2025.Emma McIntyre/Getty Images
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