Venezuela es el laboratorio de la nueva estrategia de EE UU en América Latina

Para diversos analistas, las intervenciones de Estados Unidos en aguas internacionales responden a objetivos más amplios que el combate al narcotráfico y constituyen una herramienta adicional para presionar cambios políticos en Venezuela.

Reyes enfatiza en que “cada vez las acciones son más contundentes. La incautación de un carguero venezolano, incluso si se trataba de un buque en la sombra, representa un paso sin precedentes. La presión actual busca reducir las fuentes de ingreso del gobierno derivadas de la venta de petróleo, con el fin de forzar a Maduro a negociar una transición”, subraya.

Latinoamérica en la mira de la estrategia de seguridad de EE UU

Los especialistas advierten que estas acciones podrían tener repercusiones en toda América Latina, una hipótesis respaldada por lo establecido en la Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Trump.

El documento, presentado a finales del mes pasado, reafirma la intención de Estados Unidos de ampliar su presencia militar y su influencia en la región para “restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”.

Esta estrategia retoma principios de la doctrina Monroe, que durante décadas sirvió de base para la intervención política y militar de Washington en América Latina ante situaciones consideradas una amenaza para su seguridad nacional.

El nuevo enfoque, definido por la Casa Blanca como “el corolario Trump a la doctrina Monroe”, plantea objetivos claros:

“Queremos garantizar que el Hemisferio Occidental permanece lo suficientemente bien gobernado y razonablemente estable para impedir y desalentar la migración masiva a Estados Unidos; queremos un hemisferio en el que los gobiernos cooperen con nosotros contra los narcoterroristas, los cárteles y otras organizaciones criminales transnacionales; queremos un hemisferio que se mantenga libre de incursiones hostiles extranjeras y de posesión foránea de activos clave, y que apoye las cadenas de suministros fundamentales; y queremos garantizar nuestro acceso continuado a localizaciones estratégicas clave”, proclama el texto.

Por ahora, el principal objetivo es Venezuela. Sin embargo, ante las amenazas recurrentes de sanciones comerciales, las insinuaciones de posibles ataques militares y la presión política ejercida sobre países como México, Colombia y Brasil, analistas advierten que podría ser cuestión de tiempo para que esta estrategia se extienda a otras naciones de América Latina y el Caribe.

“Venezuela es el laboratorio de esta nueva doctrina. Es el ejemplo negativo en el Caribe de cómo se desmonta una democracia y de cómo una dictadura logra sobrevivir mediante negociaciones, particularmente en torno al petróleo”, afirma Reyes.

A su juicio, resulta llamativo que los gobiernos de la región hayan guardado silencio frente a los ataques contra embarcaciones y otras acciones que vulneran la soberanía y los derechos fundamentales. “Parece aceptable que se mate a ciudadanos de nuestros países sin ningún procedimiento legal. Es un experimento basado en el control económico que ejerce Estados Unidos sobre la región”, afirma.

Sin acciones regionales contundentes

Tras el bloqueo decretado por Trump, el portavoz de la Cancillería china, Guo Jiakun, declaró que Pekín “se opone a toda forma de intimidación unilateral” y apoya el derecho de los países a salvaguardar su soberanía y dignidad nacional. Subrayó que Venezuela tiene derecho a desarrollar de manera independiente una cooperación internacional mutuamente beneficiosa.

Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, pidió a la Organización de las Naciones Unidas asumir un papel activo para evitar “un derramamiento de sangre” ante la escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela. En respuesta, el organismo exhortó a ambas partes a cumplir con sus obligaciones en el marco del derecho internacional, incluida la Carta de la ONU, para preservar la paz regional.