Chinampa refugio: Cómo la agricultura ancestral podría salvar al ajolote… y a Xochimilco

Chinampa refugio: Cómo la agricultura ancestral podría salvar al ajolote… y a Xochimilco

Luis Zambrano comenzó a trabajar por los ajolotes hace más de dos décadas, en 2002. “La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) nos preguntó cuántos ajolotes había en Xochimilco. Yo asumí que la tarea iba a ser fácil, pero no fue así. Logramos hacer un análisis y llegamos a la conclusión de que había 1,000 por kilómetro cuadrado. Pero, en ese entonces, nadie había hecho un análisis, salvo la doctora Virginia Graue, quien contabilizó, en 1998, unos 6,000 ajolotes por kilómetro cuadrado. Entonces, decidí hacer un análisis de matrices de viabilidad poblacional, y vimos que la población iba a la extinción”, resume el fundador del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología.

Zambrano y su equipo lograron, después de algunos otros años, descubrir las tres causas principales de su extinción: la primera fue la introducción de carpas y tilapiasque se volvieron rápidamente plagas, pues se prohibió la pesca en Xochimilco (las carpas se comen los huevos de los ajolotes y las tilapias a los juveniles, demás, compiten por su alimento ya cuando son adultos). El segundo problema es la contaminación. Hicieron un análisis de la contaminación del agua y se dieron cuenta de que los anfibios prefieren lugares donde la calidad del agua es mejor. El tercero es el estrés que les causamos los seres humanos, sobre todo por el ruido y la luz. Cuando se estresan, se enferman muy rápido, y si se enferman se mueren también muy rápido.

“Ya que encontramos estas tres razones, comenzamos con el Proyecto Chinampa-Refugio. Los ajolotes han vivido ahí por 1,500 años con los chinamperos; algo estaban haciendo bien ellos y comenzamos a hacerlo mal a mediados del siglo pasado. Aprovechando que las chinampas son rectangulares y que Xochimilco es un laberinto de canales, pusimos una barrera que filtraba el agua y que evitaba que entraran las carpas; en todo el canal se mejora la calidad del agua, y se evita que entren las especies invasoras, mientras que el chinampero evita que se vaya urbanizando la zona, lo que es una maravilla, pues la chinampería no es ruidosa, ni genera luz”, explica Zambrano.

Hace 10 años comenzaron con los experimentos en los refugios, exploraron con las plantas, con algunos ejemplares, con distintos filtros, a la par que ofrecían soluciones a los chinamperos, para que eviten usar agroquímicos, y en su lugar usen compostas, y abrir mercado para que los agricultores puedan vender sus productos. “Trabajamos con los chinamperos, restauranteros y vecinos de Xochimilco para restaurar no solo la parte biológica, sino la parte socioeconómica en una ciudad de 20 millones de habitantes que quiere los resultados rápidos, con un gobierno que lo último que le interesa es el medio ambiente”, dice el doctor en Ecología.

Luis Zambrano investigador de la UNAM.

Luis Zambrano, investigador de la UNAM.

José Carlos Martínez

Economía circular para salvar un ecosistema

El rescate ecológico, sin embargo, debe ser rentable para ser sostenible. La reactivación de la chinampería no solo busca recuperar el 95% de las chinampas que hoy no son productivas, sino dignificar el trabajo del agricultor. Una chinampa promedio es capaz de generar 5 toneladas de alimento al año. Si escalamos esto, por cada 10 chinampas-refugio construidas, se obtendrían 50 toneladas anuales de productos libres de agroquímicos y regados con agua limpia.

Pero, también hacía falta que la sociedad se diera cuenta del problema. “La gente no tiene la liga entre el ajolote, que está en el billete y se volvió famosísimo internacionalmente, con que vive en Xochimilco. Entonces, ve al ajolote muy bonito y cuando visita los canales de Xochimilco va a emborracharse, lleva a la tía por las quesadillas, y a jugar a las canchas de futbol. La gente se va a orinar directamente al hábitat del ajolote», explica Luis Zambrano, quien se preguntaba cómo unir semánticamente a Xochimilco con el anfibio en peligro de extinción. Y encontró una solución: una campaña para adoptar virtualmente a los ajolotes.

La “Etiqueta Chinampera” es una certificación que busca crear un comercio justo y cadenas cortas de distribución.

La “Etiqueta Chinampera” es una certificación que busca crear un comercio justo y cadenas cortas de distribución.

Aquí entra en juego la «Etiqueta Chinampera», una certificación que busca crear un comercio justo y cadenas cortas de distribución. Al mejorar los ingresos de los propietarios, se desactiva la tentación de vender los terrenos para la urbanización, atacando la raíz del problema. Es un círculo virtuoso que impacta en la seguridad alimentaria, la salud pública y la economía local.

El proyecto, liderado por expertos como Luis Zambrano y Carlos Uriel Sumano, es una apuesta a largo plazo que ya lleva más de 20 años de investigación participativa. Actualmente, existen 30 chinampas-refugio, pero la meta es llegar a 60. Es una solución modular: la creación de 10 nuevos refugios requiere una inversión anual de 5 millones de pesos, mientras que su mantenimiento ronda los 2 millones.

Salvar al ajolote mediante la agricultura tradicional no es un acto de nostalgia; es una estrategia de supervivencia urbana. Es la diferencia entre una ciudad que se calienta y pierde su identidad, y una que utiliza sus raíces para construir un futuro resiliente.

Check Also

3I/ATLAS vuelve a sorprender: tiene volcanes de agua helada y propiedades metálicas inesperadas

3I/ATLAS vuelve a sorprender: tiene volcanes de agua helada y propiedades metálicas inesperadas

La fama que ha alcanzado el cometa 3I/ATLAS es alucinante. Es fácil olvidar que han …