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Desde el inicio del otoño boreal, apenas ha llovido en Irán. En el nuevo año hidrológico, un periodo de doce meses para registrar las precipitaciones, que en Irán comienza el 23 de septiembre, hasta ahora no ha caído ni una gota en 15 de las 31 provincias iraníes.
El país está sufriendo una sequía sin precedentes que obliga a las autoridades a restringir el suministro de agua. En la capital, Teherán, se han previsto cortes de agua temporales para limitar el consumo y evitar el «desperdicio», según declaró el ministro de Energía, Abbas Ali Abad, el pasado fin de semana.
La población debe utilizar depósitos de agua y bombas para suplir las carencias en el suministro. La red de abastecimiento de agua de Teherán, una ciudad que se ha expandido rápidamente y se ha convertido en una megaciudad, es anticuada y está en mal estado. Desde principios de verano, los habitantes del centro de la ciudad informan repetidamente de cortes de agua de varias horas de duración debido a reparaciones sin previo aviso.
«Vivimos en el oeste de la capital, Teherán. Hasta ahora no nos han cortado el agua. Pero desde hace tiempo utilizamos bombas de agua en nuestro edificio, ya que la presión es demasiado baja», cuenta una mujer jubilada que se mudó a Teherán hace dos años para estar más cerca de sus hijos y sus familias.
Ahora forma parte del casi 20 % de la población iraní que se ve amenazada por una grave escasez de agua en la capital iraní.
En el sexto año consecutivo de sequía, los embalses que rodean la capital tienen el nivel más bajo en décadas. Según la empresa de agua y alcantarillado de la provincia de Teherán, la población de Teherán ha tenido que arreglárselas con un 12 % menos de agua en los últimos siete meses.
«Sin embargo, dadas las condiciones climáticas y la sequía persistente, esta tasa de ahorro debe aumentar hasta aproximadamente el 20 % para garantizar el suministro de agua hasta el invierno», afirma el director general de la empresa de suministro de agua.
El sector agrícola se lleva la mayor cantidad de agua
«Los ahorros de la población no son suficientes para hacer frente a esta crisis», advierte la experta en medio ambiente Azam Bahrami, investigadora y asesora en ecoturismo sostenible.
En entrevista con DW, afirma: «Si echamos una mirada a la pirámide de consumo de agua, vemos que el sector agrícola tiene la mayor cuota, con un ochenta a un noventa por ciento. Mientras se dé prioridad a otros sectores para aumentar la productividad, las medidas de ahorro no tendrán mucho éxito», advierte.
Las reservas de agua del país están muy agotadas debido a décadas de sobreexplotación, riego ineficiente en la agricultura y falta de infraestructura.
Varios estudios, como el publicado en la revista científica Naturaleza en 2022, revelan datos alarmantes sobre la pérdida de reservas de agua subterránea en un país ya de por sí seco como Irán.
Uno de los autores del estudio, Mohammad Javad Tourian, de la Universidad de Stuttgart, escribe en respuesta a una consulta de Deutsche Welle: «Desde 2002, Irán pierde una media de unos 16 kilómetros cúbicos de agua al año. Esto significa que Irán pierde cada tres años un volumen equivalente al del lago Constanza», en el sur de Alemania.
Tourian añade: «En total, en los últimos 23 años han desaparecido unos 370 kilómetros cúbicos de agua. La situación es realmente grave».
Falta de voluntad política
«Hay algunas medidas que pueden aportar un alivio rápido y notable», afirma el experto Tourian. Y añade: «Dar prioridad al suministro de agua potable en ciudades como Teherán y restringir temporalmente el consumo de agua menos crítico pueden ser medidas a corto plazo que surtan efecto rápidamente. Sin embargo, es importante adoptar enfoques decisivos para hacer frente a la crisis del agua de forma sostenible».
El uso sistemático de datos satelitales ayudaría a obtener una imagen clara, independiente y a nivel nacional, de las pérdidas reales de agua, y a cuantificar de forma realista los presupuestos hídricos. Según el experto Tourian, entre las medidas importantes se encuentra la transformación de la agricultura hacia cultivos adaptados al clima y sistemas de riego eficientes.
«Sin embargo, todas estas medidas son mucho más fáciles de formular que de aplicar. Requieren reformas institucionales, capacidades técnicas, estructuras de datos fiables y voluntad política, factores que, en la práctica, suelen ser más difíciles de realizar que la propia solución técnica».
(gg/cp)
