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«Estoy llorando de felicidad. Hemos formado un equipo que puede competir con el APOEL en igualdad de condiciones. ¡Esto es solo el principio!», afirma Yevgeny Savin, presidente del club de fútbol Krasava, visiblemente emocionado. Una tarde de agosto, sentado en una de las gradas superiores del estadio Ammochostos, en Lárnaca (Chipre), contempla la cancha vacía.
El club de fútbol, que fundó hace cuatro años en Rusia y volvió a registrar en Chipre tras el inicio de la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania, acababa de debutar en la primera división del país miembro de la UE. Aunque el Krasava perdió 1-2 contra el club más exitoso de la isla, el APOEL de Nicosia, Savin considera incluso esa ajustada derrota como un logro. Para entonces, ya había enfrentado un proceso penal en su país natal, se había exiliado, había agotado sus ahorros y debía afrontar problemas familiares.
De estrella de YouTube a presidente de un club de fútbol
Savin fue futbolista profesional y fue convocado varias veces para jugar en la selección rusa en la década de 2000. Tras finalizar su carrera deportiva, se convirtió rápidamente en una estrella mediática. Primero presentó un programa de televisión en el canal deportivo TV de partido, que forma parte del grupo de medios estatal Gazprom-mediay en 2018 fundó el canal de YouTube Krasavadesde el cual analizaba los problemas de Rusia a través del fútbol. La palabra rusa «Krasava» expresa respeto en el argot juvenil -algo así como «¡Eres genial!»- y contiene una alusión a la abreviatura del apellido de Savin: «Sava».
Savin tiene, actualmente, un millón de seguidores en Instagram y YouTube. Los millones de visitas que han recibido sus videos le han valido contratos de patrocinio y unos ingresos considerables. Según declaró a DW, él ganaba hasta 1,2 millones de euros al año.
La fundación del Krasava se remonta a 2021. El club compitió inicialmente en la tercera división del fútbol ruso. Sin embargo, inmediatamente después del inicio de la guerra de Ucrania, en febrero de 2022, Savin abandonó Rusia. Condenó el ataque ruso y publicó un video con atletas ucranianos expresando sus sentimientos sobre la invasión. Esto llevó a que se incluso se le prohibiera a Krasava entrenar en un estadio de la región de Moscú. Finalmente, Savin fue acusado de «desacreditar» al Ejército ruso y fue condenado, en ausencia, a una pena de prisión en Rusia en marzo de 2024.
La separación de su padre como precio
Huir de Rusia no fue motivo para que Savin abandonara la idea de tener su propio club de fútbol. Se mudó con su mujer y sus dos hijos a Chipre, porque allí era más barato mantener un equipo. En Ypsonas, un municipio de Limassol, Savin compró por unos cientos de miles de euros la licencia de un club local para poder jugar en la segunda división del país.
Sin embargo, la vida lejos de casa también conlleva dificultades, como la separación de su padre enfermo, que sigue viviendo en Rusia y no puede viajar. «Me siento culpable por no poder verlo», dice Savin. Una vez le escribió: «Papá, perdóname. No pude hacer otra cosa», cuenta, mientras lucha por contener las lágrimas. Se refiere a su protesta contra la guerra en Ucrania y su salida forzosa del país.
«Krasava» une a rusos y ucranianos en el estadio
En Chipre, Krasava se dirige a los inmigrantes de los países postsoviéticos. «El 90 % de nuestros aficionados hablan ruso. Krasava une a personas de Bielorrusia, Ucrania, Rusia y otros países en las gradas», explica Savin. «Es difícil imaginar otro lugar donde la gente se reúna, grite en ruso y anime a un club de fútbol».
Pero su contribución a la comunidad rusoparlante va más allá. En las instalaciones del club se ofrece, semanalmente, un entrenamiento gratuito para niños que reciben ayuda en el centro especializado de terapia YASAM, en Limassol. Se trata de niños con trastornos del desarrollo procedentes de familias de habla rusa y ucraniana.
Muchos de los aficionados del Krasava son jóvenes inmigrantes de habla rusa que trabajan en Chipre en el sector informático o financiero y llevan solo unos años en la isla. Uno de ellos, Aleksandr, de Moscú, dice que suele ir a los partidos del Krasava con gente de diferentes países postsoviéticos: «Son mis amigos, amigos de amigos, personas a las que les encanta el fútbol y hablan ruso. Fuimos una vez y nos encantó, nos gustó la comunidad».
Yevgeny Savin, por supuesto, también está presente en los partidos. Se encuentra entre los aficionados en la tribuna, se saca selfis con ellos, comenta el partido y anima con entusiasmo.
Sus sueños siguen siendo grandes: «El siguiente paso es clasificarse para las competiciones europeas de clubes», dice Savin, «para que todo el mundo conozca el club de fútbol Krasava y su historia, que, estoy seguro, es inspiradora».
(JM/CP)
