“Si lo escuchan a uno hablando un poquito de más es un problema” – Correo del Caroní

“Si lo escuchan a uno hablando un poquito de más es un problema” – Correo del Caroní

“Si lo escuchan a uno hablando un poquito de más es un problema”, soltó un trabajador del aeropuerto a talcual y es casi una radiografía de lo que ocurre puertas adentro: En Maiquetía, hablar del contexto actual parece ser un riesgo.

El silencio se ha convertido en el sonido dominante del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, acompañado del miedo, como si allí hubiese peligro. El 4 de diciembre, justo cuando las aerolíneas Copa, Wingo y Satena también anunciaron la cancelación de vuelos desde y hacia Venezuela por “intermitencias en una señal de navegación” reportada por los pilotos, la terminal más importante del país estuvo más vacía.

Por los pasillos, donde antes abundaban las maletas rodando, anuncios de embarque o alboroto de viajeros, se percibió una quietud tensa. Los pequeños comercios estaban vacíos, algunos ni siquiera tenían a su vendedor. En otros, los empleados pasaron el tiempo viendo el teléfono, a la espera de un cliente que no llegó.

Los empaquetadores de equipaje permanecieron sentados, esperando que llegara actividad. Uno de ellos describió la situación en pocas palabras: “Ve a tu alrededor y sabes que no hay trabajo” y añadió, con la voz más baja: “Yo no puedo hablar mucho y tú tampoco preguntes mucho, el aeropuerto es peligroso”. No dijo nada más.

La censura se instaló en los pasillos del aeropuerto de Maiquetía. Ese miedo de conversar de la coyuntura y de las situaciones de la vida cotidiana, que hay en otros espacios, también se respira en la terminal, lo que obliga a trabajadores y pasajeros a medir cada palabra.

Los cafés estaban sin compradores, las tiendas de e-sims sin turistas, las agencias de turismo vacías. En los pocos restaurantes de la feria, menos de 10 comensales ocuparon algunas mesas. El mensaje era el mismo: “No podemos hablar”. Lo dijeron entre dientes, conscientes de la presencia permanente de funcionarios de la Guardia Nacional, Migración y del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), que recorrían y vigilaban el espacio.

Dos taxistas, en la puerta del aeropuerto, comentaron, marcados por los nervios, que les prohibieron hablar sobre lo que ocurre en Maiquetía: “Solo sabemos que los vuelos están suspendidos, nada más”, dijo uno de ellos.

El otro conductor, con un Nuevo Testamento entre sus manos, preguntó si estaba siendo grabado y manifestó que no quería meterse en problemas.

Ambos coinciden en que basta con mirar la terminal para entender que el trabajo cayó.

Menos vuelos, menos trabajo, menos dinero

Un trabajador, que pidió resguardar su identidad por seguridad, contó que la suspensión de vuelos ha trastocado todo: “La cancelación de vuelos ha afectado bastante, bastante en varios términos”, confesó.

Detalló que les redujeron las horas de trabajo, que los turnos tienen menos personal y que los trabajadores del transporte quedaron desempleados. “Cancelaron el transporte para el personal”, afirmó. Ese mismo trabajador explicó que con menos vuelos, no necesitan horarios extendidos: “Entramos tarde y salimos temprano porque no hay ventas, no hay pasajeros”.

“Antes entrábamos a las 4:00-5:00 de la mañana y salíamos a las 10:00 u 11:00 de la noche. Ahora entramos a las 6:00 am y a las 2:00 pm no estamos haciendo nada. Incluso a las 4:00 pm ya nos estamos yendo”, resumió.

Este trabajador manifestó preocupación por sus pagos en pleno mes de diciembre: “No ha habido movimiento y a veces pasamos un día sin hacer absolutamente nada. El aeropuerto está vacío, hay momentos en que no se ve nadie por los pasillos”.

La advertencia del silencio no quedó por fuera de sus palabras. “Uno no puede hablar muy duro porque si lo escuchan hablando un poquito de más, entonces es un problema”.

Algunos días apenas hay cuatro vuelos en toda la terminal, afirmó. “Se escuchan rumores”, insistió, pero sin ahondar en detalles.

A este trabajador lo que más le afectó es que con la cancelación de vuelos internacionales también le suspendieron un bono en dólares y ahora se les paga en bolívares a la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV). “Eso afecta muchísimo porque nos da menos para comprar”.

Un aeropuerto que respira tensión

La tensión y la incertidumbre se percibieron en el ambiente del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía. Los trabajadores esperan y casi nadie habla.

La estancia en la terminal se hace en una especie de vigilancia constante y como si hubiese la instrucción, tácita o explícita, de que no se puede hablar.

La escena más animada del jueves la dieron más de una decena de pasajeros chinos que posaban sonrientes frente al mural de Simón Bolívar, mientras gritaban: “¡Venezuela!”. También destacaron los pasajeros con destino a La Habana, con grandes equipajes repletos de alimentos, juguetes y mercancía quizás imposibles de conseguir en Cuba.

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