
La falta de agualos constantes apagones, el transporte deficiente y los retrasos en el suministro de gas doméstico forman parte del panorama que enfrentan a diario los habitantes del municipio Caroní.
De acuerdo con el Observatorio de Servicios Públicos en Ciudad Guayana, las fallas son resultado de años de desinversión, ausencia de mantenimiento y falta de planificación.
“Ya no se trata de simples cifras, sino de una preocupación ciudadana por la no prestación de los servicios”, advirtió Aliana Estrada, coordinadora del observatorio.
Agua: el reclamo más urgente
El suministro de agua potable es el servicio con más deficiencias. Estrada explicó que, aunque la población crece, el sistema de agua no se ha adecuado a la demanda poblacional de la ciudad.
“En parroquias de San Félix, en Cachamay, Universidad y Unareel servicio es intermitente y en muchos sectores simplemente no llega”, señaló.
La situación ha llevado a que muchas familias acumulen facturas impagas de HidroBolívar, alegando que no cancelarán un servicio que no reciben.
“En algunas urbanizaciones hay más de 40 meses de facturación pendiente. La gente se siente en un limbo entre pagar o no pagar por un servicio inexistente”, agregó.
La coordinadora advirtió que, ante la escasez, proliferan los camiones cisterna que venden agua sin control sanitario.
“Hay un incremento de consumo de agua no tratada, lo que se refleja en el aumento de enfermedades gastrointestinales y problemas de salud pública”, afirmó.
Cortes eléctricos y sistemas obsoletos
Con respecto al sistema eléctrico, las caídas de tensión, apagones y racionamiento son comunes, especialmente en las parroquias más pobladas.
“En Unaredonde se concentra la mayor demanda, los cortes son frecuentes. Los transformadores son antiguos y no soportan la carga del crecimiento urbano”, explicó Estrada.
En zonas rurales como Pozo Verde, 5 de Julio y Yocoima, la situación es más grave. Hay comunidades que pasan días enteros sin energía eléctrica.
“No hay inversión ni reemplazo de equipos, los sistemas son de vieja data y no se ha hecho planificación para responder a la expansión de la ciudad”, sostuvo.
Transporte y gas doméstico en crisis
El transporte público se ha convertido en otro desafío para los guayaneses. Según el observatorio, el parque automotor tiene más de 15 años sin renovación.
“Los altos costos de mantenimiento, repuestos y lubricantes han reducido la cantidad de unidades en circulación”, precisó Estrada.
Los usuarios enfrentan largas colas y horarios limitados. “En algunos sectores los autobuses dejan de circular a las cuatro o cinco de la tarde. La gente no logra movilizarse y termina dependiendo de servicios informales”, dijo.
Sobre la distribución de gas doméstico, señaló que las familias deben trasladar sus bombonas a los puntos de recarga, esperar horas o incluso días y pagar entre 7 y 15 dólares por el llenado.
“Es un sistema poco práctico y sin control centralizado. En tiempos de tecnología, aún no existe una plataforma digital para programar la distribución”, criticó Estrada.
Otro de los servicios afectados, mencionó, es el funerario, el cual se ha vuelto inaccesible para muchas familias.
“Enterrar a un ser querido se ha convertido en un lujo. La mayoría opta por la cremación, no por decisión sentimental, sino por economía. Una familia promedio no alcanza la canasta básica y mucho menos puede costear un sepelio”, explicó.
Falta de control y planificación
Para el Observatorio de Servicios Públicos en Guayana, se trata de un problema estructural. “No hay inversión sostenida ni contraloría social efectiva. Los servicios públicos no se están adaptando al crecimiento de la ciudad”, reiteró Estrada.
Insistió en que el deterioro afecta directamente la calidad de vida de los guayaneses. “El acceso al agua, la electricidad, el transporte y el gas no puede ser un privilegio. Es una obligación del Estado garantizar servicios dignos y seguros”, señaló.
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