
Hace apenas unos meses, el FC Colonia celebraba su regreso a la élite del fútbol alemán. Campeón de la 2. Bundesliga 2024-25, el conjunto renano consiguió volver con un plan claro: dejar atrás la inestabilidad y consolidarse entre los mejores. Sin embargo, lo que parecía un proyecto de transición se ha convertido en uno de los fenómenos competitivos del inicio de temporada. Con un arranque firme, los coloneses se han instalado en la zona alta de la tabla, codeándose con clubes de mayor presupuesto y aspiraciones europeas.
Trabajo y convicción
El técnico Lukas Kwasniok, fichado con la misión de estabilizar al equipo, ha dotado al Colonia de un sistema reconocible: presión coordinada, transiciones rápidas y una línea defensiva más disciplinada. El esquema base, un 3-4-3 dinámico, le permite alternar fases de posesión con contraataques verticales. Los laterales ensanchan el campo, los interiores rompen líneas y los extremos aportan desequilibrio.
El resultado es un equipo coral, que no depende de una sola figura, sino de la sincronía colectiva. Los centrales,como Timo Hübers,se proyectan con autoridad, los mediocampistas, del estilo de Isak Johannesson, distribuyen con criterio y los delanteros, con el recién llegado Jakub Kaminski -procedente del Wolfsburgo-, interpretan el juego con inteligencia. Todo engrana porque el trabajo táctico se nota y la convicción es real.
Factor emocional
Uno de los secretos del Colonia actual es su mentalidad desinhibida. El grupo ha asumido el desafío de la Bundesliga sin miedo escénico ni etiquetas de recién ascendido.
El mejor ejemplo es Saïd El Mala, la gran revelación del curso. Con apenas 19 años, el joven atacante procedente de un equipo de tercera división alemana –Victoria Colonia – se ha convertido en un agitador ofensivo, un jugador imprevisible que combina descaro, velocidad y precisión en los metros finales. Su irrupción ha cambiado la dinámica del equipo: da aire al ataque, desordena rivales y contagia energía. En el último triunfo ante el Hoffenheim, su gol y su particular celebración -tapándose los oídos- fueron toda una declaración de intenciones: «no escuchar el ruido, centrarse en el fútbol”.
El Mala encarna una nueva generación de jugadores del Colonia: sin miedo a la presión, con hambre de crecer y con la confianza suficiente para desafiar jerarquías sin perder respeto. Su llegada le ha dado identidad al proyecto y ha devuelto ilusión a una afición que pedía referentes propios.
Juventud con hambre
La planificación también ha sido un acierto. Sin grandes desembolsos, el Colonia reforzó las zonas que más lo necesitaban: un lateral derecho fiable, como Sebastian Sebulonsen, músculo en el mediocampo, Tom Krauß, y profundidad de banquillo para afrontar un calendario exigente.
A eso se suma el impulso de la cantera, que vuelve a ser un motor emocional y deportivo. Los jóvenes con ADN local se mezclan con veteranos comprometidos, creando un vestuario donde la jerarquía no ahoga el talento. Esa combinación de experiencia y hambre explica por qué el Colonia transmite cohesión y convicción incluso frente a rivales con más historia o presupuesto. El mensaje es claro: competir sin miedo y disfrutar el momento.
Lecciones del pasado europeo
Aunque el murmullo sobre Europa crece, el club mantiene los pies en el suelo. En Colonia todavía resuena la última aventura continental, la Europa League 2017-18, cuando el equipo -entonces dirigido por Peter Stöger- regresó al escenario internacional tras un cuarto de siglo de ausencia. Aquel viaje fue un hito emocional: el estadio Energía del Rin vibró ante rivales como Arsenal y BATE Borisov, y la afición tiñó de rojo cada desplazamiento. Pero también dejó lecciones: el desgaste europeo acabó pasando factura en liga, y el equipo descendió meses después.
Esa experiencia está muy presente hoy. El nuevo Colonia aprendió de aquella caída: la euforia es peligrosa si no se sostiene con estructura. Por eso, Kwasniok y sus jugadores repiten un mantra constante -«paso a paso”.
Una prueba de fuego ante el Dortmund
El próximo gran examen será en el Signal Iduna Park, donde los coloneses medirán su verdadero nivel ante el Borussia Dortmund. Más allá del resultado, el encuentro servirá para comprobar si el proyecto está preparado para mantener el pulso contra los grandes.
Un buen papel confirmaría que el Colonia no es una moda pasajera. Una derrota ajustada podría demostrar que el equipo compite con carácter, aunque perdería cierta persistencia tras el empate contra el Augsburgo.
La última vez que se vieron las caras fue en la temporada 2023/24, con un 0-4 favorable para los negriamarillos.
«Estamos disfrutando del momento, pero sabemos que esto exige continuidad”, afirmó Kwasniok en rueda de prensa.
Con todo, en Colonia nadie se atreve a pronunciar la palabra «Europa”, pero la ilusión es tangible. Si mantiene esta regularidad, el equipo carnavalero podría volver a una competición continental por primera vez en ocho años. No será sencillo, pero el impulso actual invita a creer.
(olmo)
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