“Nadie ha contado la historia de Juan Gabriel con su propio material”: María José Cuevas, directora de Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero

“Nadie ha contado la historia de Juan Gabriel con su propio material”: María José Cuevas, directora de Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero

WIRED: Es una locura. ¿Tuvieron que calificar todo ese material?

MJC: Bueno, llegó un momento en el que tuvimos que operar elecciones. Fue un trabajo muy complicado para las productoras. No solo encontraron el archivo y nos lo trajeron, sino que tuvieron que encontrar aparatos para visualizarlo y digitalizarlo. Son aparatos del pasado que no necesariamente son fáciles de encontrar. El archivo de Juan Gabriel empieza con cintas de 8mm y luego va cambiando de formatos. ¿Quién tiene ahora una Betacam, un VHS, un reproductor de Mini DV, una cámara DVX? Todo era muy específico. Entonces contratamos a un equipo de visualizadores, agarramos las cintas y casetesencontramos los aparatos y nos pusimos a ver. Conforme veíamos, empezamos a decidir lo que valía la pena digitalizar y lo que no. Porque, claro, no podíamos encargarnos de todo. Era tanto el material que llegó que, en un momento, nos empezamos a guiar por las etiquetas. De pronto encontrabas una etiqueta más normal que decía “Navidad 1983”, pero luego había otro etiquetado como «Alberto con bigote bañándose.» Ese, de hecho, lo encontramos lleno de hongos y tuvimos que rescatarlo, porque la etiqueta anunciaba una maravilla. Había muchos materiales en muy mal estado, muy mal conservados, y no podíamos restaurarlos todos. Teníamos que tomar decisiones difíciles porque la cantidad de imágenes era abrumadora.

María Jos Cuevas Juan Gabriel

José Carlos Martínez

WIRED: Claro, es un archivo que abarca casi 50 años de grabaciones.

MJC: Sí. Las cintas más viejas eran en Súper 8. Alberto Aguilera nació en 1950, pero Juan Gabriel, como personaje, nació en 1971. Entonces empezamos a hilar que la primera cosa que Juan Gabriel compró, como personaje, fue una cámara de Súper 8. Con el dinero de su primer éxito que es, paradójicamente, «No tengo dinero», y que lo volvió millonario, se compró una cámara. Juan Gabriel nació con una cámara. Ahí empezó a registrar una nueva vida. Era un jovencito de 21 años que hacía grabaciones amateur. Usaba la cámara todo el tiempo y adquirió un gusto por registrar. Juan Gabriel y Alberto van cambiando conforme pasa el tiempo. El archivo cambia también con sus protagonistas. Y el mismo archivo te sitúa en las épocas que van transcurriendo. Del Súper 8 pasa al Betamax y del Beta al VHS a finales de los ochenta, antes de la era digital. Cada cinta, cada formato, cada textura, representa un tipo de cámara, un tipo de época y un momento distinto de sus vidas. Me pareció hermoso, entonces, que el archivo se transformara con el paso de los años.

WIRED: Ahora que mencionas a Alberto bañándose, mientras veía la serie, pensaba en lo especial que es este archivo. Porque, por un lado, tienes la parte pública, del autor, del genio, del personaje, la parte fetichista que todos tenemos hacia Juan Gabriel; pero del otro lado, tienes un archivo familiar, el de Alberto Aguilera, que es algo más íntimo y cotidiano y que nadie ha visto. ¿Cómo fue trabajar en este límite entre lo público y lo privado?

MJC: Por supuesto, en este acervo descubrimos a un hombre común, Alberto Aguilera, al que le gustaba grabar. Algo así como el tío que graba todos los bautizos, las bodas y las reuniones familiares. El que registra es Alberto. Registra lo cotidiano, a los hermanos, a la mamá, la familia y los viajes. Alberto es el que tiene la cámara, lo puedes escuchar detrás del objetivo. Lo que vemos ahí es su mirada íntima. Alberto es el personaje privado. Al verlo, estamos siendo voyeuristas. Nos estamos asomando a una cotidianidad, a una intimidad y también al pensamiento de alguien. Porque, además, nos encontramos con muchos autorretratos. Lo veías poniendo la cámara arriba de una mesa, estabilizándola ahí. Hacía un ultra de cerca y se ponía a bailar, o a cantar o a platicar con sus hijos. Él mismo ensayaba filmarse. Cuando está oculto detrás de la cámara o cuando se graba, hay una sensación de intimidad. Son autorretratos muy bellos. Ese es Alberto. Y luego, claro, está Juan Gabriel que era un visionario con plena conciencia de que iba a pasar a la historia. Como sucedió, por supuesto. Gracias a esta consciencia, dentro de su equipo tenía a un camarógrafo siempre. Juan Gabriel es el que está frente a la cámara. Esa es la otra parte, la parte pública. Y esa parte también es muy íntima y también tiene la veracidad inmediata del archivo.

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