
Poco antes de las elecciones parlamentarias, las encuestas apuntan a una reñida contienda entre el Partido proeuropeo Acción y Solidaridad (PAS) de la presidenta, Maia Sandu, y los partidos prorrusos.
En el centro de Chisináu, capital de la República de Moldavia, los trabajadores de campaña del partido de la presidenta compiten por cada voto. Cristian, de 35 años, tiene claro que el futuro debe estar en la Unión Europea: «La Unión Europea aumenta los salarios en nuestro país. Nos permite ser más independientes e implementar diversos proyectos, como la digitalización».
A pocos metros, Vitalie (50) se acerca a los transeúntes tratando de convencer a los transeúntes de que voten por el partido del controvertido empresario Renato Usatii, «Nuestro Partido» (PN). Para él, «este supuesto sueño europeo es una gran mentira. La UE no estará lista para aceptar a la República de Moldavia, ni en dos, tres, cuatro ni diez años. Deberíamos analizarlo con atención y no escuchar las mentiras ni las promesas europeas», señala.
Televisión y TikTok
Los anuncios de los partidos se emiten continuamente por televisión. Los políticos intentan llegar a los votantes más jóvenes en TikTok. La presidenta Sandu dijo que estas elecciones «son las más importantes de la historia del país».
Poco después de la invasión de Ucrania en 2022, el pequeño Estado entre Rumania y Ucrania solicitó unirse a la Unión Europea y obtuvo la condición de candidato poco después, en junio de 2022. El objetivo del gobierno actual es la adhesión a la UE para 2030, para gran consternación de Rusia, que desde hace tiempo ejerce una gran influencia económica y política en el país.
La estudiante Alina, de 26 años, dijo a DW teme que la UE se aleje si los partidos prorrusos ganan en el Parlamento, y que el apoyo financiero de la UE termine. En 2025, la UE decidió conceder a Moldavia 1.900 millones de euros en préstamos y subvenciones hasta 2027. Alina está preocupada, sobre todo, por la reacción de Rusia: «Chisináu es pequeña, y Moldavia tampoco es especialmente grande; no se necesitaría un ejército enorme para tomar el control de nuestro país».
Guerra en el país vecino
La frontera con Ucrania se encuentra a poco más de 50 kilómetros de Chisináu. Desde la invasión rusa a gran escala, en febrero de 2022, más de 1,3 millones de personas han huido de Ucrania a Moldavia. Alrededor de 100.000 de ellas se han quedado, lo que supone una carga económica para el país de 2,4 millones de habitantes.
Pero la guerra en Ucrania también supone una tensión psicológica. Los drones rusos suelen estrellarse en territorio moldavo. «La guerra se siente cercana» Rusia, afirmó Michelle, de 22 años, gerente de ventas.
De hecho, en Moldavia ya hay unos 1.500 soldados rusos estacionados en Transnistria, una zona separatista que existe como Estado de facto desde 1990, con su propio ejército, moneda y gobierno. La región depende económica y militarmente de Rusia, y las autoridades ya solicitaron su adhesión a la Federación Rusa.
Anastasia Nani trabaja para el Centrul Pentru Jurnalism Independent. La organización ha monitoreado de cerca las redes sociales en los últimos años e identificado una enorme influencia rusa. Una de las narrativas más comunes: «La OTAN y Ucrania quieren arrastrarnos a la guerra, y nuestros hombres deben ir al frente”. Rusia, afirmó, está intentando socavar la confianza del pueblo moldavo en las elecciones y el Estado de derecho.
La comida y la vivienda son caras
Como en toda Europa, la inflación es uno de los problemas más acuciantes en Moldavia. Cuando Rusia atacó Ucrania en 2022, la inflación en Moldavia se disparó a casi el 29 por ciento. Ahora ha bajado al 7,3 por ciento, muy por encima de la media de la UE.
Además, el aumento de precios se siente en todas las clases sociales, pero afecta sobre todo a quienes ya tenían poco antes de la guerra en su país vecino, como los jubilados. Casi un tercio de los moldavos vive por debajo del umbral de la pobreza, especialmente en las zonas rurales.
Otro problema es que el precio de los alquileres y las viviendas han subido mucho este año. «Tengo 26 años y me gustaría comprar un apartamento en el futuro», dijo Alina. «¿Pero cómo? Están carísimos ahora mismo. Es una locura», criticó. La esperanza de Alina y la de la mayoría de los moldavos es poner fin a la espiral de precios.
El domingo se verá qué partido político creen los votantes que puede lograrlo.
(RMR/CP)
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