
eL Crystal Palace se hizo con la Escudo comunitario. Aunque para muchos es simplemente el inicio oficial del calendario futbolístico inglés, este trofeo tiene una historia mucho más profunda e incluso polémica. Una historia que involucra frauderendición de cuentas y un necesario cambio de nombre que modificó la relación entre el fútbol y la caridad en el Reino Unido.
De Sheriff a Community Shield, más de un siglo de historia
El trofeo nació en 1908 bajo el nombre de Sheriff of London Charity Shield, con la intención de enfrentar al mejor equipo profesional contra el mejor equipo amateur, y con un objetivo central, como era el de recaudar fondos para obras benéficas. La idea fue evolucionando con el tiempo y, eventualmente, se convirtió en un duelo entre el campeón de liga y el campeón de la FA Cup.
Sheriff of London Charity Shield.
Así nació la tradición que hoy conocemos como la Supercopa de Inglaterra, un título simbólico pero prestigioso, que marca el pulso del fútbol nacional antes de que arranque la temporada. Durante casi un siglo, el trofeo se conoció como Charity Shield. La palabra ‘charity’ (caridad) no era solo decorativa. La Football Association (FA) prometía donar parte de las ganancias obtenidas por la venta de entradas a distintas organizaciones benéficas del país. Parecía un modelo impecable, donde el deporte rey daba un paso solidario antes de entrar en competencia plena.
El escándalo: caridad, sin claridad
Pero en 2002, todo cambió. Ese año, la Comisión de Beneficencia del Reino Unido, organismo encargado de supervisar a las entidades que gestionan fondos con fines benéficos, inició una investigación sobre cómo la FA administraba los ingresos del Charity Shield.
Aunque la FA aseguraba que parte de las ganancias se destinaban a obras benéficas, no había transparencia ni especificaciones claras sobre qué porcentaje exacto del dinero iba a estas causas ni a dónde terminaban yendo los fondos.
En otras palabras, se incumplían varias obligaciones legales al utilizar la palabra ‘Charity’ sin demostrar fehacientemente que el evento cumplía con su fin solidario. La FA, tradicionalmente vista como una institución sobria y bien organizada, quedó expuesta. No había evidencia de mala intención directa, pero sí de negligencia, falta de documentación y, sobre todo, un uso inadecuado de un término legalmente sensible.
Cambio de nombre, cambio de rumbo
Acorralada por las conclusiones del informe, la FA decidió actuar rápidamente. Lo primero fue retirar el nombre ‘Charity Shield’ para evitar sanciones legales. Desde entonces, y hasta hoy, la competición se llama Escudo comunitarioun cambio que no fue meramente cosmético.
Escudo comunitario.
El nuevo nombre vino acompañado de un cambio estructural en cómo se distribuyen los fondos. Una parte de los ingresos por entradas y derechos de transmisión sigue yendo a organizaciones benéficas y comunitarias, esta vez con procesos formales, verificables y auditables. El resto del dinero se reparte entre los 124 clubes que compitieron en la FA Cup durante la temporada anterior, promoviendo así una distribución más equitativa y transparente en todo el ecosistema futbolístico.
Este modelo permite que tanto las causas sociales como los clubes más modestos, muchos de ellos semiprofesionales o amateurs, se beneficien directamente de un evento de alto perfil. El cambio, además de limpiar la imagen de la FA, ayudó a redefinir la relación entre el fútbol de élite y las comunidades que lo sostienen.
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