Van a una ciudad extranjera para trabajar como cuidadoras en familias, o confiar en coyotes para emprender viaje hacia un futuro hipotético mejor. A menudo, las víctimas solo se dan cuenta con el tiempo o durante el viaje de que han caído en las garras de los traficantes de personas. Proceden sobre todo Nigeria, Mali, Níger o Senegal, y emprenden una travesía, primero por el desierto del Sáhara, para cruzar después el Mediterráneo, con el objetivo de llegar a Europa.
Estas rutas son una amenaza para la vida, porque, a los peligros intrínsecos del trayecto, se suma el riesgo de ser objeto de trata y explotación. Ese fue el caso de Joyce Vincent, una mujer nigeriana que sobrevivió a su viaje migratorio. “Los ‘chicos Asma’, esos ladrones a los que llaman ‘chicos Asma’ en el desierto, si te atrapan, te venden para prostituirte o te quitan los órganos”, dijo Vincent en 2023 a DW.
El factor que impulsa el tráfico de personas en África es “la difícil situación política y social de los habitantes de los países de África Occidental”, afirma Elvis Adjetey Sowah, investigador sobre migraciones de la Universidad de Ghana.
“Tenemos que analizar su situación en conjunto para abordar el problema”, explica Sowah a DW. La escasez de alimentos, vivienda y empleo, y el empeoramiento de la situación de seguridad en las regiones en crisis son los principales factores que empujan a los migrantes a emprender el viaje. En el camino, estafadores y contrabandistas se aprovechan de ellos.
Los traficantes de personas lo tienen fácil
Los migrantes suelen quedarse sin dinero durante el trayecto. Ahí es donde comienza un círculo vicioso de violencia. Si no pueden pagar, los grupos de traficantes de personas los amenazan con secuestrarlos y obligarlos a trabajar, ya las niñas y mujeres, con prostitución y matrimonios forzados. Según estimaciones del grupo internacional de derechos humanos “Walk Free”, en 2021 había siete millones de personas, con y sin historial migratorio, en situación de esclavitud moderna en África.
Más de 3,1 millones se encontraban en matrimonios no consentidos y 3,8 millones de personas realizaban trabajos forzados, a menudo en la minería, la agricultura o en hogares privados.
Los habitantes de Eritrea, Mauritania y Sudán del Sur son los que caen con mayor frecuencia en las garras de la esclavitud. La falta de persecución penal ha dado alas a muchos traficantes de personas, que atrapan a migrantes necesarios con la promesa de llevarlos a una vida mejor en Europa.
En lugar de eso, muchos acaban muertos. Según un informe publicado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), al menos 8.565 personas murieron en las rutas migratorias internacionales en 2023, más de 3.100 en el Mediterráneo y otras 1.900 en África. Estas cifras convierten a 2023 en el año más mortífero desde que existen registros.
Los conflictos aumentan la necesidad
“Las personas que han sido víctimas de la trata suelen huir de sus agresores y de los autores de la violencia en otros países”, explica DW Leonie Jantzer, de la organización de ayuda y derechos humanos Medico International.
Los migrantes en camino son también víctimas de trata, y las mujeres y las niñas se ven especialmente afectadas: “En sus países de origen les prometieron que serán transportadas a Europa oa los Estados del Magreb, pero después se encuentran en las garras de traficantes, obligadas a vender sus cuerpos ya dedicarse al trabajo sexual”, prosigue Jantzer. Salir de esta situación es especialmente difícil.
La migración está “criminalizada”
“Si la migración fuera legal, el negocio de los traficantes no funcionaría en absoluto”, subraya Leonie Jantzer. La migración en el continente africano está cada vez más criminalizada, lo que favorece el tráfico de seres humanos, critica el experto en refugiados y migración. Bajo la presión de la UE, actualmente hay más oleadas de deportaciones, por ejemplo, de Argelia a Níger.
Desde mediados de la década de 2000, “es evidente que la UE está desplazando sus fronteras hacia el continente africano y, en cooperación con las fuerzas de seguridad africanas, controla no solo las zonas costeras, sino también los pasos fronterizos y las rutas intraafricanas”. , afirma Jantzer.
Los países miembros de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), así como otros muchos países africanos, colaboran para frenar la trata y el tráfico de migrantes, con la ayuda de Interpol y Afripol. Policías de 54 países africanos participaron hace un año en la primera operación conjunta, llamada “Flash-Weka”, que se saldó con más de 1.000 detenciones y el descubrimiento de millas de víctimas de las redes delictivas.
Los agentes han observado un aumento de la captación en línea a través de plataformas de internet. Los traficantes de humanos utilizan cada vez más las modernas tecnologías de la comunicación para explotar a sus víctimas de múltiples formas: desde captar a posibles víctimas hasta chantajearlas con fotos y videos.
Se han descubierto redes de este tipo en Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Ghana, Guinea y Mali. “Walk Free” critica que, a pesar de estos éxitos parciales, las medidas contra la trata de seres humanos no alcanzan los objetivos fijados. Los abogados de derechos humanos de la organización exigen que los gobiernos cooperen de forma más estrecha, que apliquen las leyes vigentes con mayor coherencia y que lleven a los responsables ante la justicia. Además, piden que se boicotee la compra de bienes y servicios producidos por el trabajo forzoso.
(ms/cp)
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