- Autor, Redacción
- Título del autor, BBC Mundo
Las instituciones financieras no son el único tipo de banco que ha enfrentado problemas recientes en Estados Unidos.
La multimillonaria industria de los bancos de sangre también se ha visto en aprietos, en este caso por los cambios que están teniendo lugar en el panorama médico.
Establecidos en EE.UU. en 1936, los bancos de sangre se dedican básicamente a la recolección, almacenamiento, procesamiento y venta de sangre humana.
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, estas instituciones comenzaron a experimentar un crecimiento notable. Se multiplicaron por millas.
Para 1948 ya en EE.UU. Había unos 1.500 hospitales que contaban con sus propios bancos de sangre, 46 centros comunitarios de recolección y almacenamiento y 31 centros regionales de la Cruz Roja.
A partir de la década de los 60, los bancos extendieron el alcance de sus productos: además de sangre en sí empezaron a separar los componentes –glóbulos rojos, plaquetas y plasma– para ser colocados en el mercado.
En pocas décadas el país se llenó de estas instituciones dedicadas a recolectar y almacenar sangre. Abundan las campañas de donación. En los supermercados y en las calles están los representantes de los bancos de sangre en busca de donantes solidarios y desprendidos dispuestos a compartir un poco del líquido que corre por sus venas.
Hoy los bancos de sangre son un gigantesco negocio cuya principal materia prima proviene de la donación y que paradójicamente es vendido por organizaciones sin fines de lucro, como la Cruz Roja o la Asociación Estadounidense de Bancos de Sangre (AABB, por sus siglas en inglés). .
“La sangre es un poco como el agua”, dijo una vez Donald Doddridge, el entonces presidente de la AABB, que es el principal competidor de la Cruz Roja en EE.UU, fundada en 1947 y con casi 2.000 instituciones afiliadas.
Doddridge explicó que aunque la materia prima es esencialmente gratuita, “alguien tiene que obtenerla y purificarla, lo cual cuesta dinero. Básicamente estamos abasteciendo un producto y vendiéndolo”.
Industria picada
Pero, con el reciente desarrollo de técnicas de intervención quirúrgica menos invasivas como la laparoscopia, el láser y otras, la demanda está comenzando a mostrar señales de caída.
Y junto con la demanda por sangre, también ha caído la cantidad de donantes: de acuerdo con cifras de la Cruz Roja de EE.UU., en el último lustro los donantes se han reducido en casi un tercio, de 15 millones de unidades a 11 millones en 2013.
Stephanie Millian, directora de comunicaciones biomédicas de la Cruz Roja de EE.UU., dice que si bien la demanda de sangre ha disminuido como consecuencia de los avances médicos y las transfusiones son cada vez menos necesarias, la necesidad de tener donantes se mantiene.
“La Cruz Roja debe recolectar aproximadamente 15.000 unidades de sangre cada día para satisfacer las necesidades de las víctimas de accidentes, pacientes con cáncer, niños con trastornos de la sangre y otros”, explica Millian a BBC Mundo.
El programa sanguíneo de la Cruz Roja de EE.UU. comenzó en 1940. En la actualidad suministra el 40% de las necesidades de sangre en el país llegando a cerca de 2.700 hospitales.
De acuerdo con datos de la institución, cada dos segundos una persona en EE.UU. requiere suministros de sangre. Y para cumplir esa demanda, se necesitan, en total, más de 41.000 donaciones voluntarias diarias.
En total, 30 millones de componentes sanguíneos -glóbulos rojos, plaquetas, plasma y crioprecipitado- son transfundidos cada año en EE.UU.
Vale señalar que, según ejecutivos del sector citados por Los New York Timeslos hospitales pueden pagar entre US$225 y US$240 por cada unidad de sangre.
Pero, más allá de las cifras, la realidad se impone y la industria ya ha comenzado a reducir puestos de trabajo.
Según un informe publicado por Los New York Timeslos ingresos de los bancos de sangre van de capa caída: de US$5.000 millones en 2008 a US$1.500 millones anuales.
Se prevé que la industria perderá unos 12.000 empleos en los próximos tres a cinco años.
Esta situación ha llevado a muchos bancos de sangre a fusionarse como un mecanismo de supervivencia, de modo que la cantidad de estas instituciones se ha reducido.
Algunos analistas han advertido que en la búsqueda de eficiencia económica y de recortes operativos para evitar el cierre, muchos bancos de sangre han relajado sus estándares operativos, reduciendo así los controles y las pruebas que hacen a los suministros.
¿Cómo podría afectar esto a los pacientes?
Millian sostiene que la Cruz Roja “sigue con su compromiso de proporcionar a los pacientes, los hospitales y los donantes de sangre el alto nivel de calidad en el servicio que esperan y merecen”.
“De hecho, tenemos acuerdos en curso con una importante cantidad de hospitales para promocionar conjuntamente los procedimientos de gestión de la sangre. Evitar las transfusiones innecesarias asegura una mejor administración del suministro nacional de sangre, lo que permite mantener los productos sanguíneos en los estantes para el momento en que sean requeridos”, dice Millian.
¿Un problema de seguridad pública?
Raúl De Velasco, profesor de Ética Médica de la Universidad de Miami, ve en la situación de los bancos de sangre un posible “problema ético de seguridad pública”.
“La transfusión de sangre tiene como propósito fundamental subir la hemoglobina del paciente y llevar oxígeno al cuerpo del paciente”, explica De Velasco a BBC Mundo.
“Cuando se plantea únicamente como negocio un servicio del cual puede depender la vida o la muerte –en este caso los suministros de sangre–, eso puede convertirse en un problema comunitario. Esto es comparable con muchas actividades del gobierno, que no pueden ser vistas como negocios. El problema comercial de los bancos de sangre puede llegar a ser un problema ético de seguridad pública”.
“Por otro lado, la demanda de sangre ciertamente ha disminuido y la gente ya no dona igual –muchos tienen miedo de contagiarse con enfermedades como hepatitis B o sida– pero la necesidad va siempre estar presente”, dice.
El cuerpo de un adulto contiene en promedio alrededor de cinco litros de sangre. Durante una donación, se puede extraer medio litro de una persona.
Pero una transfusión normal de glóbulos rojos constituye de aproximadamente litro y medio de sangre y un accidente automovilístico puede requerir hasta 50 litros.
Por ello, entre otras razones, no va a dejar de haber transfusiones de sangre, al menos no en el futuro inmediato, al decir de De Velasco.
“Eso no va pasar, imagínese la catástrofe que ocurriría en un caso de un accidente aéreo o un ataque terrorista o en cualquier situación de emergencia que requiera de suministros sanguíneos”.
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