En los próximos años, al centelleo de las estrellas en el cielo nocturno podría sumarse el brillo de los rayos láser.
Un nuevo proyecto espacial de la NASA, la Misión Landolt, planea lanzar una “estrella” artificial a la órbita de la Tierra. El proyecto se utilizará para determinar con mayor precisión la calibración del flujo absoluto de las estrellas, también conocido como brillo.
El control terrestre de la misión tendrá su sede en la Universidad George Mason en el estado de Virginia.
La misión amplía el trabajo de su inspiración y homónimo Arlo Landolt, el difunto astrónomo y pionero de los catálogos de brillo estelar.
“Su apellido es famoso en toda la comunidad astronómica. La estrella estándar Landolt… todo el mundo sabe qué es”, dijo Daniel Huber, astrónomo asociado y profesor del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawaii.
El nuevo proyecto comparará el brillo de la estrella artificial con el brillo de las estrellas reales. La “estrella”, en realidad un satélite equipado con ocho láseres, orbitará la Tierra a 35.785 kilómetros en el espacio, una distancia suficiente para imitar las características de una estrella genuina.
Si bien el satélite no será lo suficientemente brillante como para verlo a simple vista, será visible a través de un telescopio personal.
Los científicos harán observaciones terrestres de la “estrella” desde telescopios en varios lugares, incluida la Universidad de Háwai.
Dado que el satélite tiene una tasa de emisión de fotografías conocida, los científicos podrán comparar el brillo de los láseres con el brillo de las estrellas, desarrollando mediciones más precisas del brillo y nuevos catálogos de brillo estelar.
El proyecto, si tiene éxito, podría tener un impacto de amplio alcance.
“Siempre nos basamos en la cantidad de luz que nos envían las estrellas para derivar casi todo en astronomía”, dijo a la VOA Jonathan Gangé, asesor científico del Planetario de Montreal y profesor adjunto de la Universidad de Montreal.
Gangé es uno de los científicos involucrados en el proyecto y ayudará a elegir qué estrellas medir.
Los resultados del proyecto se pueden aplicar para comprender la evolución de las estrellas y la composición de los exoplanetas, planetas que potencialmente podrían albergar vida. Las mediciones más precisas también podrían conducir a un mejor conocimiento de la energía oscura y la tasa de expansión del universo.
El proyecto podría incluso utilizarse para ayudar a encontrar otros planetas similares a la Tierra en los que los humanos puedan vivir en el futuro.
“Hay un grupo de personas, los expertos en exoplanetas, a quienes les gusta hacer predicciones sobre dónde podrían ver un planeta similar a la Tierra, y para ellos es realmente importante comprender las propiedades de las estrellas”, dijo Susana Deustua, científica física de Instituto Nacional de Normas y Tecnología y enlace con la misión.
Si bien el proyecto tiene muchas aplicaciones prácticas potenciales, los miembros también están entusiasmados con sus aspectos intangibles, como la tutoría de una nueva generación de científicos.
Según Peter Plavchan, profesor asociado de física y astronomía de George Mason e investigador principal de la Misión Landolt, la naturaleza colaborativa y pedagógica del proyecto incluso toma prestado de disciplinas humanas.
“Desarrollamos este enfoque novedoso que en realidad toma prestación del teatro. Es un sistema de estudio que combina roles de proyecto de alto nivel en la misión con científicos e ingenieros jóvenes. Es una verdadera asociación”, dijo Plavchan a la VOA.
La fecha de lanzamiento no se ha concretado, pero se espera que tenga lugar en algún momento de 2029.
Otras instituciones asociadas incluyen Blue Canyon Technologies y la Universidad de Victoria.
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