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La oficina de derechos humanos de la ONU advirtió el viernes sobre “informes aterradores e inquietantes” sobre el impacto de una nueva violencia en el estado occidental de Rakhine en Birmania, señalando nuevos ataques contra civiles rohingya por parte del ejército y un grupo armado étnico que lucha contra él.
La portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Liz Throssell, citó el incendio de la ciudad de Buthidaung, así como los ataques aéreos, informes de tiroteos contra aldeanos desarmados que huían, decapitaciones y desapariciones como parte de la violencia en la parte norte de Rakhine en las últimas semanas.
“Estamos recibiendo informes aterradores e inquietantes del estado norteño de Rakhine en Myanmar sobre los impactos del conflicto en las vidas y propiedades de los civiles”, dijo en una sesión informativa periódica en Ginebra. “Algunas de las acusaciones más graves se refieren a incidentes de asesinato de civiles rohingya y el incendio de sus propiedades.”
INFORMES SOBRE EL ASESINATO DE ALDEANOS EN BIRMANIA POR EL EJÉRCITO RESPALDADO POR FOTOS Y LA DESGARRADORA HISTORIA DE UN SUPERVIVIENTE
Dijo que decenas de miles de civiles han sido desplazados en los últimos días en medio de los combates en Buthidaung, citando evidencia de imágenes de satélite, testimonios y videos en línea que indican que la ciudad ha sido quemada en gran medida. Una batalla iniciada en la vecina Maungdaw presentaba “riesgos claros y presentes de una grave expansión de la violencia”, añadió.
Throssell denunció señales de nuevos ataques contra civiles rohingya por parte del ejército birmano y del Ejército de Arakan, el ala militar bien armada del movimiento de la minoría étnica Rakhine que busca autonomía del gobierno central.
Señaló el relato de un superviviente sobre docenas de cadáveres mientras huía de Buthidaung, mientras que otros hablaron de abusos y extorsión por parte de las fuerzas del ejército de Arakan.
ARCHIVO – Un oficial de policía birmano se encuentra en una carretera mientras brinda seguridad en un puesto de control en Buthidaung, estado de Rakhine, oeste de Birmania, el 28 de mayo de 2017. La oficina de derechos humanos de la ONU advirtió el viernes 24 de mayo de 2024 sobre “informes aterradores e inquietantes” sobre el impacto de una nueva violencia en el estado de Rakhine, en el norte de Birmania, lo que apunta a nuevos ataques contra civiles rohingya por parte del ejército y un grupo armado étnico que lucha contra él. (Foto AP, archivo)
Un comunicado emitido en línea el viernes por la noche por la Liga Unida de Arakan, el brazo político del Ejército de Arakan, dijo que los civiles en la zona de batalla se habían refugiado en áreas controladas por sus fuerzas, y agregó que “ha estado haciendo todo lo posible para salvaguardar y cuidar para estas personas desplazadas internamente (PDI) como ciudadanos valiosos, independientemente de su raza o religión”.
Sin embargo, los activistas rohingya han culpado al ejército de Arakan de la mayor parte de la destrucción actual. Los nacionalistas étnicos de Rakhine, cuya causa defiende el grupo armado, han expresado durante mucho tiempo antipatía hacia los rohingya.
Los combates se producen en el contexto de una guerra civil en Birmania que comenzó después de que el ejército derrocara al gobierno electo de Aung San Suu Kyi, lo que dio lugar a una resistencia armada que se opone al gobierno militar.
Los combatientes a favor de la democracia están aliados con varios de los grupos étnicos minoritarios que han estado luchando por una mayor autonomía durante décadas y cuentan con fuerzas militares bien entrenadas.
El ejército de Arakan mantuvo un cese del fuego flexible con el gobierno militar hasta octubre pasado, cuando se unió a otros dos grupos étnicos armados para capturar territorio en el noreste de Birmania.
El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, dijo el martes que Estados Unidos estaba “profundamente preocupado” por los informes de un aumento de la violencia en el estado de Rakhine y pidió a los militares y a los grupos armados que protejan a los civiles y permitan el acceso humanitario.
Los rohingya fueron el objetivo de una brutal campaña de contrainsurgencia que incorporó violaciones y asesinatos y que provocó que unas 740.000 personas huyeran al vecino Bangladesh mientras sus aldeas eran incendiadas por las tropas gubernamentales en 2017.
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Han vivido en Birmania durante generaciones, pero muchos miembros de la mayoría budista del país, incluidos miembros de la minoría Rakhine, los consideran como inmigrantes ilegales de Bangladesh. Los rohingya enfrentan una gran cantidad de prejuicios y, en general, se les niega la ciudadanía y otros derechos básicos.
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