Desde que se dio a conocer en internet el video que muestra la supuesta decapitación del periodista estadounidense James Foley por parte de integrantes del Estado Islámico (EI, antes conocidos como ISIS), varias redes sociales trataron de detener su propagación.
Tanto Twitter como YouTube cancelaron cuentas de quienes compartían las imágenes. Y la historia se repite ahora con la supuesta decapitación del segundo periodista, Steven Sotloff.
“Hemos estado y estamos suspendiendo activamente cuentas que descubrimos relacionadas con estas imágenes explícitas. Gracias”, tuiteó Dick Costolo, el director ejecutivo de Twitter, tras la muerte de Foley.
Pero estos intentos no han logrado detener por completa la divulgación de las imágenes, en fotografías o en video, que vuelven a ser accesibles y compartibles cada vez que un nuevo usuario las cuelga.
“Tecnológicamente hablando es extremadamente difícil hacer desaparecer completamente un contenido de las redes sociales en esta era en que los usuarios generan contenidos”, le dijo a BBC Mundo Carl Miller, director de investigación del Centro para el Análisis de las Redes Sociales (CASM) en Reino Unido.
Según el experto esto se debe a dos motivos: por un lado a la enorme cantidad de información que se produce, “creo que se suben a YouTube 24 horas de contenido por minuto”, comenta Miller, ya la enorme cantidad de redes sociales disponibles.
Si Twitter, YouTube y Facebook retiran un contenido quedan aún cientos de plataformas más pequeñas que están interconectadas entre sí y que lo pueden mantener.
“E incluso si todas las redes retiran un determinado contenido, queda la red “oscura”, donde hay material encriptado disponible y donde existen sitios especialmente diseñados para albergar contenidos que son ilegales o que no tienen cabida en otros lugares de la red”, comentó .
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Desafíos prácticos y éticos
Tanto Facebook, Twitter, YouTube como otras redes sociales tienen políticas específicas sobre qué es y qué no es aceptable en sus páginas.
Parte de las dificultades prácticas que Twitter está teniendo para bloquear el video de la decapitación está en que depende de que los usuarios lo denuncien.
Pero este último episodio también genera cuestiones éticas, sobre dónde están los límites de la privacidad y dónde empiezan los de la libertad de prensa y de libre circulación de información.
Las redes sociales operan como empresas privadas y en base a eso regulan su comportamiento.
El retiro de un contenido puede deberse a que sea ilegal, por ejemplo por glorificar o incitar a la violencia, oa que no cumpla con los valores con los que la empresa quiere asociar a su comunidad.
Pero a veces la información sobre la violencia más cruel es necesaria.
“Por ejemplo si vemos los museos que recuerdan el Holocausto, es importante que ahí se pueda ver y debatir abiertamente información que es realmente perturbadora y repugnante”, matizó Miller.
Según Miller, el caso del vídeo de James Foley -aplicable también a Sotloff- encaja dentro de un debate más amplio que se está dando hoy en día, “el de cómo limitar la explotación que los terroristas están haciendo de la tecnología en internet” para propagar su ideología.
“Este es un debate que las grandes redes sociales como YouTube, Twitter o Facebook no querían tener. Ellos no quieren realmente tener que supervisar como policías los contenidos de sus páginas. Así que están en una situación difícil”, comenta.
Pero como deben cumplir con la ley tienen que hacerlo.
“Y tecnológicamente están teniendo dificultades para llevar a cabo”.
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