Gagaúzia sigue siendo leal a Moscú – DW – 31/10/2024

“Gagaúzia quiere ser amiga de Rusia”, dice Valentina, una mujer de mediana edad con raíces ucranianas. Está sentada, ordenando facturas, en un banco de un parque en Comrat, la capital de la Región Autónoma de Gagaúzia.

En el referéndum del 20 de octubre de 2024, como el 95 por ciento de los votantes gagaúces, ella también votó en contra de la UE, una cifra récord de rechazo a la Unión Europea.

Incluso en la región separatista prorrusa de Transnistria, donde las tropas rusas han estado estacionadas durante más de 30 años, más de un tercio de los republicanos se ha pronunciado a favor de Europa.

Cuando se le pregunta qué sabe sobre la Unión Europea, Valentina responde con evasivas: “No me interesa la política”. El 3 de noviembre de 2024 se celebrará la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en la República de Moldavia y votará por Alexandr Stoianoglo, el oponente de la actual presidenta proeuropea Maia Sandu.

“En Bulgaria la gente no vive mejor que nosotros”

Valentina dice que ya ha estado en un país de la UE, en Bulgaria, pero que no le entusiasmó: “Allí no viven mejor que nosotros. Vi gente vendiendo tomates y melones al lado de la carretera, como nosotros”.

Sus hijos están en Rusia, como muchos otros habitantes de Gagaúzia. Valentina es de ascendencia ucraniana y dice que nunca esperó que su “hermana” Rusia algún día luchara contra Ucrania. Pero asegura que Ucrania y EE.UU. UU. son básicamente responsables de la guerra en el país vecino, una afirmación en línea con la propaganda prorrusa, muy presente en la región de Gagaúzia.

Un número muy elevado de personas de esta región se informa a través de medios de comunicación rusos, también porque es, principalmente, el idioma que hablan. Los gagaúces son un grupo étnico cristiano ortodoxo perteneciente al pueblo turco del sur de la antigua República Soviética de Moldavia. Debido a la política de rusificación de la era soviética, la mayoría de ellos no habla el idioma gagaúz ni el rumano, la lengua oficial de Moldavia.

En 2014, los dirigentes de dicha región autónoma organizaron un seudoreferéndum. Preguntaron si Moldavia debería unirse a la UE oa la Unión Euroasiática liderada por Rusia. El 97 por ciento de los gagaúces votó entonces contra la UE, un dos por ciento más que el 20 de octubre de 2024. La diferencia es que el recientemente celebrado ha sido un referéndum legal que ha tenido lugar en toda Moldavia, mientras que el de 2014 fue ilegal y no reconocido por el Gobierno en la capital, Chisináu.

“Víctimas de la propaganda rusa”

Cerca del edificio del Gobierno regional en Comrat, hay una estatua de Vladimir Ilích Lenin, el fundador de la Unión Soviética y, por otro lado, carteles delante de la alcaldía y en el parque de la ciudad, donde se puede leer qué proyectos locales se han llevado a cabo aquí con ayuda financiera de la Unión Europea.

La mayoría de los transeúntes se encoge de hombros cuando se le pregunta si sabe qué proyectos de infraestructura se financian con dinero europeo. La Unión Europea y, en particular, Rumania (país que pertenece a la UE) han invertido en los últimos años millones de euros en la infraestructura de Gagaúzia.

En el centro de Comrat, una jubilada espera un minibús que se dirige a Inglaterra. Sus hijos viven allí y le gustaría enviarles un paquete. Ella es una de las pocas personas en Gagaúzia que votaron a favor de la UE.

“Muchas personas aquí son víctimas de la propaganda rusa. No les resulta fácil renunciar a su amor por Rusia. Pero siempre les pregunto: ‘¿Por qué están en contra de la Unión Europea cuando se reforman las guarderías, las escuelas y las calles con fondos de la UE?’ Muchos tienen hijos que trabajan en la UE o ganaron dinero allí, regresaron y construiron una casa aquí, pero, aún así, votaron en contra del rumbo de la UE”.

La pensionista está preocupada por el futuro: “Me temo que, si caemos bajo el control de Rusia, comenzará una guerra. Si Ucrania hubiera caído, la guerra ya nos habría alcanzado hace mucho tiempo. Europa no nos traerá la guerra”, dice.

“¡Todos en la UE son homosexuales!”

Una mujer de unos 20 años con cabello largo y oscuro admite que ni siquiera fue al colegio electoral. “Yo tampoco quiero ir a la UE. He estado allí y puedo decirles que la economía se está debilitando, al igual que en Moldavia”. Sus padres trabajaron en países de la UE y su madre se casó allí por segunda vez, relata la joven, que viste un elegante abrigo blanco.

En el mercado de Comrat, los comerciantes vuelven a recoger sus mercancías. Las preguntas sobre el referéndum o las elecciones parecen molestarles. “Todo el mundo en la UE es homosexual”, dice una mujer que vende pepinos y tomates. Otro hombre nos dice que ni siquiera sabe cuál es el resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Tampoco sabe que el domingo habrá una segunda vuelta. Votó “No” en el referéndum, pero no sabe explicar por qué.

Una vendedora en el mercado, que se queja con su colega de las bajas pensiones en Moldavia, dice que le gusta Rusia, porque la han operado dos veces allí y no hay corrupción. “¿Por qué no quiere ir usted también a Rusia? ¿No sabe lo buenos que son los rusos?”, pregunta.

Cuando respondemos inquiriendo por las razones del ataque de Rusia contra Ucrania, contesta con un aluvión de propaganda antiucraniana. Cuando finalmente termina, interviene un hombre que escucha todo y también está convencido de la generosidad de los rusos.

(rmr/ms)

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