El jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, visitó la semana pasada Berlín, donde se reunió con miembros de la diáspora ucraniana, obispos locales y funcionarios alemanes, entre ellos el canciller, Olaf Scholz. DW conversó con el líder religioso en la capital alemana.
DW: Ud. se Reunión con los representantes de la comunidad ucraniana en Berlín. ¿De qué se habló?
Sviatoslav Shevchuk: El tema principal fue la guerra en Ucrania. Es evidente lo profundamente afectado que está la gente por lo que está ocurriendo en Ucrania. Muchos no se sienten bien de estar aquí. La gente añora su tierra natal. Sólo en Berlín hay 95.000 ucranianos, una cifra enorme. Y la Iglesia actúa como una plataforma en torno a la cual nuestra gente puede unirse.
Con la guerra aún en curso, ¿sigue habiendo diálogo interreligioso en Ucrania?
Si se trata de la iglesia como comunidad, del fundamento de la vida eclesiástica, experimentamos un diálogo muy fructífero y activo. La guerra demostró que las balas rusas no distinguen si eres ortodoxo, católico, protestante, judío o musulmán.
Recuerdo que después de aquellas tragedias cerca de Kiev, en Bucha, en Irpin, cuando enterrábamos a los inocentes asesinados y estábamos ante una fosa común, todos comprendieron que, en la tumba, todos somos iguales. Todos los fieles se unen frente a formas tan evidentes de mal.
Si hablamos de la Iglesia como institución, las cosas son distintas. Existen relaciones institucionales que pueden ser más complejas que las personales.
En agosto, el Parlamento ucraniano aprobó una ley que regula las actividades de las organizaciones religiosas afiliadas a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Las iglesias ucranianas tendrán nueve meses para romper sus lazos con Moscú. El Papa Francisco dijo que las iglesias cristianas “no deben ser tocadas” y criticó esta ley. ¿Está de acuerdo con él?
Reconocemos el derecho y el deber del Estado de velar por la seguridad nacional en cuestiones de religión. Cuando existe peligro de manipulación, instrumentalización, militarización de cualquier institución religiosa por parte del Estado agresor, el Estado tiene el derecho y el deber de actuar.
Esa ley debe leerse con atención. No es una ley prohibitiva, sino protectora. Hoy existe una necesidad real de proteger el entorno religioso de Ucrania de la manipulación del Estado agresor. Seamos sinceros, el Patriarca de Moscú ha declarado una guerra santa contra Ucrania. (…) El Estado ucraniano no puede quedarse de brazos cruzados.
Desde el comienzo de la invasión rusa, en el Vaticano se han elevado oraciones por la paz en Ucrania. Pero algunas declaraciones del Papa Francisco inquietaron a muchos ucranianos, provocando incluso molestias. Por ejemplo, sus palabras sobre la “grandeza espiritual de Rusia”. El pontífice admitió más tarde el error, pero ¿a qué atribuye este tipo de declaraciones?
Desde el comienzo de la invasión, vivimos en una especie de crisis mediática permanente. Y Ucrania, realmente, no entiende al Papa. A veces a nosotros también nos cuesta entenderlo, por eso pedimos aclaraciones, tanto personalmente al papa Francisco como a la Santa Sede. Para nosotros, no siempre ha quedado claro por qué la Santa Sede ha adoptado una posición neutral.
Pero hay dos tipos de neutralidad, la diplomática y la moral, y es muy importante distinguirlas. Sí, la Santa Sede es neutral en su posición diplomática y utiliza esta neutralidad en beneficio de Ucrania: para liberar a nuestros prisioneros de guerra, a nuestros niños. Tener este tipo de canal de comunicación con el agresor es a veces necesario para salvar vidas.
Pero no se trata de neutralidad moral. Creemos que existe un apoyo a Ucrania por parte de la Santa Sede. Se expresa en muchas dimensiones diferentes. El Papa condenó la guerra en Ucrania y dijo claramente que está del lado de Ucrania. (personas/señoras)
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